Lectura del día: Génesis 4:1-16
«Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado,
y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres
bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te
enseñorearás de él». (Gén. 4:6-7)
¿Alguna
vez te has sentido acusado por algo que
hayas cometido? Es probable que sí,
porque todos en algún momento de la vida lo hemos experimentado.
Caín y Abel
presentaron ofrenda delante de Jehová.
Caín presentó una ofrenda del fruto de la tierra y Abel “lo mejor” de su
rebaño. Aquí comienza un interesante episodio
en la vida de ambos en el cual todos debemos vernos reflejados. Caín se enfureció y andaba cabizbajo. El señor Dios, mirando la actitud de
Caín, le hace una advertencia: «¿Por qué
estás tan enojado? ¿Por qué andas
cabizbajo? Si hicieras lo bueno, podrías
andar con la frente en alto. Pero si
haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo.» (Verso 7, NVI).
Caín entonces, consumido por su
furia, ignoró la advertencia. Así que
convidó a Abel y lo asesinó.
¿Cuántas
veces nos ha advertido Dios acerca de nuestra manera de conducirnos o respecto a alguna situación en particular incorrecta? ¿Cuántas veces nos ha dicho: tú puedes
dominarlo? Ciertamente que el pecado y el hacer lo que nuestra propia opinión nos dice siempre nos acecha, está a la puerta llamándonos para
dominarnos. La mentira, el enojo, el
quebrantar las leyes de la tierra (aun las de tránsito), el ocultar cosas, las
excusas, parecen acciones muy simples, sin embargo, cuando andamos en medio de
ellas, tenemos que andar cabizbajos, no podemos mirar con la frente en alto
porque sabemos que hemos hecho mal.
Hay un
reconocido refrán que dice: “El que nada debe, nada teme”. Tenemos que recordar que la
tierra clama cada vez que hacemos algo que hiere el corazón de Dios, así como reclamó
la sangre de Abel (V.10). La
consecuencia de nuestra manera de actuar conforme a lo que pensamos, sin tomar
en cuenta la advertencia de Dios, es la maldición. Hay una consecuencia aun más dolorosa y es la
que expresa Caín en los versos 13 y 14 del capítulo 4: «Hoy me condenas al destierro y
NUNCA MAS, podré estar en tu presencia». (NVI) Es en la presencia de Dios donde encontramos
plenitud de gozo eterno. Allí hay, como
dice el salmista, delicias a su diestra para siempre (Salmos 16:11). Ser desterrados por siempre de su presencia
es el peor castigo que un ser humano puede recibir. Caín dijo que era más de lo que podía
soportar.
Mi opinión
personal es que a pesar de todo, Dios mostró misericordia hacia Caín al darle
la oportunidad de que nadie le tocara, colocándole una marca para que no fuera
a matarlo quien lo hallara. Pienso que
producto de esta declaración de Caín: “Es más de lo que puedo soportar, estar
lejos de tu presencia” Dios extendió una
protección, a pesar de la maldición que su pecado le traería, lo cual demuestra que aunque tu pecado haya
sido grande y estés viviendo las consecuencias de esas acciones, la
misericordia de Dios está presente y extendida para ponerte una marca, si clamas
misericordia y perdón, reconociendo delante de Dios que no hay nada peor que
estar lejos de su presencia. Si con todo
tu corazón reconoces que necesitas de él para salir adelante, Dios podrá una
marca en ti.
Recibe el
consejo de Dios, la amonestación, la advertencia que a través de su palabra y
de sus siervos el te da. Recuerda que el
pecado te acecha como fiera, pero tú tienes la facultad de dominarlo.
Dios te bendiga.
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