viernes, 3 de agosto de 2012

EL PECADO TRAE VERGUENZA


Lectura del día: Génesis 4:1-16

«Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?  Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él». (Gén. 4:6-7)

       ¿Alguna vez  te has sentido acusado por algo que hayas cometido?  Es probable que sí, porque todos en algún momento de la vida lo hemos experimentado.
     Caín y Abel presentaron ofrenda delante de Jehová.  Caín presentó una ofrenda del fruto de la tierra y Abel “lo mejor” de su rebaño.  Aquí comienza un interesante episodio en la vida de ambos en el cual todos debemos vernos reflejados.  Caín se enfureció y andaba cabizbajo.  El señor Dios, mirando la actitud de Caín, le hace una advertencia:  «¿Por qué estás tan enojado?  ¿Por qué andas cabizbajo?  Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto.  Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte.  No obstante, tú puedes dominarlo.» (Verso 7, NVI).   Caín entonces, consumido por su furia, ignoró la advertencia.  Así que convidó a Abel y lo asesinó.
     ¿Cuántas veces nos ha advertido Dios acerca de nuestra manera de conducirnos o respecto a alguna situación en particular incorrecta?  ¿Cuántas veces nos ha dicho: tú puedes dominarlo?    Ciertamente que el pecado y el hacer lo que nuestra propia opinión nos dice siempre nos acecha, está a la puerta llamándonos para dominarnos.  La mentira, el enojo, el quebrantar las leyes de la tierra (aun las de tránsito), el ocultar cosas, las excusas, parecen acciones muy simples, sin embargo, cuando andamos en medio de ellas, tenemos que andar cabizbajos, no podemos mirar con la frente en alto porque sabemos que hemos hecho mal. 
   Hay un reconocido refrán que dice: “El que nada debe, nada teme”.  Tenemos que recordar que la tierra clama cada vez que hacemos algo que hiere el corazón de Dios, así como reclamó la sangre de Abel (V.10).  La consecuencia de nuestra manera de actuar conforme a lo que pensamos, sin tomar en cuenta la advertencia de Dios, es la maldición.  Hay una consecuencia aun más dolorosa y es la que expresa Caín en los versos 13 y 14 del capítulo 4: «Hoy me condenas al destierro y NUNCA MAS, podré estar en tu presencia». (NVI)  Es en la presencia de Dios donde encontramos plenitud de gozo eterno.  Allí hay, como dice el salmista, delicias a su diestra para siempre (Salmos 16:11).  Ser desterrados por siempre de su presencia es el peor castigo que un ser humano puede recibir.  Caín dijo que era más de lo que podía soportar.
     Mi opinión personal es que a pesar de todo, Dios mostró misericordia hacia Caín al darle la oportunidad de que nadie le tocara, colocándole una marca para que no fuera a matarlo quien lo hallara.  Pienso que producto de esta declaración de Caín: “Es más de lo que puedo soportar, estar lejos de tu presencia”  Dios extendió una protección, a pesar de la maldición que su pecado le traería, lo cual demuestra que aunque tu pecado haya sido grande y estés viviendo las consecuencias de esas acciones, la misericordia de Dios está presente y extendida para ponerte una marca, si clamas misericordia y perdón, reconociendo delante de Dios que no hay nada peor que estar lejos de su presencia.  Si con todo tu corazón reconoces que necesitas de él para salir adelante, Dios podrá una marca en ti.
     Recibe el consejo de Dios, la amonestación, la advertencia que a través de su palabra y de sus siervos el te da.  Recuerda que el pecado te acecha como fiera, pero tú tienes la facultad de dominarlo.

                                                                   Dios te bendiga.

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