Lectura de día: Génesis 19
"Como Lot titubeaba, los hombres lo tomaron de la mano, lo mismo que a su esposa y a sus dos hijas, y los sacaron de la ciudad, porque el Señor les tuvo compasión. Cuando ya los habían sacado de la ciudad, uno de los ángeles le dijo: —¡Escápate! No mires hacia atrás, ni te detengas en ninguna parte del valle. Huye hacia las montañas, no sea que perezcas." (Gén.19:16-17).
Titubear. Es una palabra sin duda desagradable. Cuando hablamos de titubeos, nos referimos a las cosas que traen dudas, cosas que nos hacen vacilar o detenernos para elegir entre una opción u otra. A veces titubeamos al comprar algo, al ir de un lugar a otro, pero en la vida cristiana muchas veces hemos sido vacilantes en cuanto a lo que Dios nos pide.
Los ángeles del Señor habían llegado a Sodoma para destruirla, pues la justicia clamaba delante de la presencia de Dios debido a la maldad de la ciudad. Lot, sobrino de Abraham, sin duda era un hombre temeroso que adoraba a Dios. Ciertamente sufría por toda la inmoralidad y el pecado que veía. Era un hombre misericordioso, pues rogó a aquellos dos hombres que posaran en su casa, seguramente para protegerlos de los ciudadanos, ya que conocía hasta dónde eran capaces de llegar. Pero cuando llegó la hora de la verdad, Lot se detuvo en medio de dos caminos. Es muy fácil juzgar la acción de Lot, porque diríamos: Pero si dos ángeles me visitan y me dicen eso, salgo corriendo y listo; sin embargo, esta es una acción muy común de los seres humanos. Dígame usted si alguna vez no ha vacilado. Es más, los creyentes vacilamos con cosas tan obvias como: ¿Voy a la iglesia hoy sí o no? ¿Ofrendo esta cantidad sí o no? ¿Leo la Biblia y oro ahora sí o no? ¿Debo ir a este lugar sí o no?, ¿Me voy en rojo sí o no?, total, todos los hacen. ¿Dejo esta relación ilícita sí o no?
Pero Dios, en su misericordia, tuvo prácticamente que sacarlo a empujones. Le dijeron los ángeles dos palabras: !Apúrate! y !Escápate! para que no perezcas. Lot estaba convencido de lo que iba a acontecer, porque inclusive fue y le avisó a los prometidos de sus hijas. De la misma manera, nosotros estamos convencidos del poder de Dios, convencidos de lo que dice su palabra y andamos de sitio en sitio comunicando a otros lo que Dios es capaz de hacer, la forma en que sana, ama y liberta. Pero de vez en cuando titubeamos y nos dejamos llevar por la corriente de este mundo, y al igual que la mujer de Lot, miramos hacia atrás, cuando Dios nos ha dicho: No mires hacia atrás, ni te detengas en ninguna parte. Jesús dijo que ninguno que poniendo su mano en el arado, mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios (Lucas 9:62).
Lot se expuso en Sodoma por mucho tiempo. Él mismo eligió ese lugar; sabiendo que era una ciudad perversa permanecía allí. Tenía propiedades, ganados y tierra, y estaba aferrado a sus bienes a pesar de que ese era un lugar inapropiado para levantar una familia. Puede que yo sea una persona que está llena de buenos deseos, alguien que ama al Señor, diezma, canta alabanzas, escucha cada domingo y a través de la radio una excelente predicación y glorifique a Dios por ello; puede que odie la maldad en la que anda el mundo de hoy con tantos feminicidios, lesbianismo y homosexualidad, pero también puede que haya alguna espina en mi vida, algo que Dios me haya dicho !Apúrate! !No mires hacia atrás! !No te detengas en ninguna parte! !Huye! y aún ande titubeando si salgo o no, si lo dejo o no, a pesar de hacer todo lo anterior. Hay entornos de los que es urgente salir, hay relaciones de las que es urgente salir, hay actitudes de las que es urgente huir, porque de lo contrario podríamos perecer o perecer alguien de nuestra familia.
Vacilar, nos puede hacer caer en el vacío, pero el hacer la voluntad de Dios y obedecer nos trae vida. De eso se trataba esta situación, Dios estaba preservando la vida de Lot y su familia, pero tenía que obedecer. Tanto amor y compasión mostró Dios que lo sacó de allí y aún más, le concedió una petición: quedarse en una ciudad cercana. Esta es una diferencia que puedo ver entre Abraham y Lot. Abraham no titubeaba cuando Dios le pedía algo. Dios nos empuja al igual que Lot, nos toma de la mano cuando envía mensajeros y nos hablan su palabra, cuando habla directamente a nuestro espíritu. Él intenta sacarnos porque tiene compasión y hasta tanto no salimos, su mano no se levanta, ya sea para bendecirnos o para destruir lo que nos hace daño. Por eso el ángel le dijo: "...porque no puedo hacer nada hasta que llegues allí" (v.22).
La bendición de Dios y la justicia de Dios se harán visibles, cuando sin titubear, hagamos lo que como hijos suyos tenemos que hacer.
!Bendiciones!
No hay comentarios:
Publicar un comentario