viernes, 17 de agosto de 2012

MUJER DE CARACTER

Lectura del día: Génesis 24

“Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa.  Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre”.
 (Génesis 24:67)

Es imposible dejar de comentar este relato de la Biblia.  Todos los predicadores y estudiosos de la palabra de Dios han comentado acerca de este maravilloso episodio en la vida de Isaac.  Muchos lo han relacionado con la escogencia de una esposa o esposo mediante una señal departe de Dios, otros lo aplican en los mensajes sobre el yugo desigual y otros simplemente hablan del amor en base a la fe y la decisión, lo cual para mí es acertado.  Pero esta vez, no quiero seguir comentado acerca de lo que todos hemos escuchado  o leído, sino que quiero compartir algunos puntos que me llaman la atención acerca de la persona de Rebeca.
Rivkáh, nombre en hebreo de nuestro personaje, era una joven pariente de Abraham. Era su sobrina-nieta. Su nombre se desprende de un significado extraordinario y muy relacionado al hecho que le sucedió en su juventud.  Rivkáh significa la que encadena con deseo y se refiere a una cuerda o nudo corredizo que no es fácil de desatar, utilizado para atar los ganados, pero los ganados gordos, deseados y de buena calidad.  Es una palabra aplicada a aquello que atrae por su belleza, por lo que podemos deducir que Rebeca era una mujer muy hermosa.
Después de todo lo acontecido en el camino con las señales, Rebeca se dirige a su casa junto al criado de Abraham.  Allí se comienza a tejer su futuro. Dios mismo lo había concebido.  La madre y hermano de Rebeca habían solicitado al criado que partiera y dejara a la joven en la casa por diez días, probablemente para prepararla y hacer algunos arreglos.  Sin embargo, la respuesta de Rebeca es determinante en el asunto.  Al preguntarle si quería irse con el criado, ella contestó sin titubeos:  Sí.    
Rebeca se fue, y en el camino Isaac sale al encuentro.  Al levantar la vista y verlo, se cubrió el rostro con su velo, denotando ser una joven de honra, es decir, que era una mujer que guardaba también las disciplinas que se le habían enseñado.  Pero lo que más me llama la atención es lo siguiente:  “Isaac amó a Rebeca”.  Ese amor denota tiempo, es como si estuviera diciendo: Isaac no tenía corazón más que para ella.  Lo que quiere decir es que en todos los años que estuvo a su lado, Rebeca se hizo amar.  ¡Maravilloso!  Una mujer que conquistó el corazón de su marido, al punto de que ocupó la carpa de su suegra (fallecida), lo cual en la costumbre judía (no en la nuestra, por si acaso), era un símbolo de respeto y distinción.  ¿Cómo lo logró?  ¿Qué fue lo que hizo? 
Rebeca demostró ser una mujer de carácter, lista para lo que le esperaba.  Una jovencita de tan solo aproximadamente 15 años, tomando una decisión sin precedentes.  Iba a ser la nueva matriarca, sucesora de Sara y por eso las cualidades eran importantes: Hermosa, de carácter y pura (virgen).  Pero también podemos ver en ella su servicio y diligencia (Gén.24:20)  Todo lo que hizo con el siervo de Abraham, lo hizo sin condiciones ni quejas.  Recordemos que había muchas mujeres buscando el agua en el pozo en ese momento, pero ella fue la que hizo el acto de misericordia.  Era una mujer sumamente educada y cortés, y eso se nota en la manera de contestar en cada uno de los versos del relato.  No se dejaba deslumbrar por lo material, pues cuando recibió los regalos (Gen.24:22) no se inmutó sino que fue Labán quien se fijó en esos presentes valiosos.  Fue motivo de gozo y consuelo para su marido: “Y se consoló Isaac…”(v.67).  Erar una mujer de iniciativa, lista para la labor que en cualquier momento tenía que desempeñar.  No le preocupaba en lo absoluto el nuevo estilo de vida.  Seguramente que en su casa como soltera estaba feliz, no tenía necesidades y además tenía criadas y nodrizas, sin embargo, no reflejó temor al cambio.  Este es un ingrediente de fe y de decisión basada en la confianza plena en la voluntad de Dios para su matrimonio.
La reflexión que Dios trae a mí es la siguiente: ¿Estoy yo como esposa dispuesta a someterme a la voluntad de Dios?  ¿Estoy tomando las decisiones del hogar con firmeza?  ¿Cómo ha sido el trato hacia mi esposo durante todos estos años? ¿Estoy siendo diligente y misericordiosa, servicial y de buena presencia ante sus ojos? ¿Cumplo con el rol que Dios ha establecido para mí como mujer? ¿Soy para él de consuelo en los momentos difíciles;  y de gozo y alegría para su vida?  El deseo de Dios para cada matrimonio cristiano es que se construya la entrega y servicio del uno para con el otro.  Dice Josh McDowell que la definición de amor es “cuidar y proveer”.  Es como darse uno mismo por entero al otro (Amando como se ama al propio cuerpo).  De esa forma, reflejamos también a Jesús en nuestra vida y en nuestro hogar. Que el Señor nos fortalezca, para que cada día ganemos el corazón de nuestros esposos.

No hay comentarios:

DESDE EL CORAZÓN