miércoles, 28 de septiembre de 2016

VOCACIÓN ACOSTUMBRADA

Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. 
El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.
1ra Juan 2:23


Generalmente al hablar de confesar a Cristo nos enfocamos en la confesión oral frente a los demás; pero confesar a Cristo, además de hacerlo de esa manera, significa que todo lo que tiene que ver con nuestra manera de vivir, existencia y propósito manifieste a  Dios y le glorifique.  

lunes, 26 de septiembre de 2016

A PROPÓSITO DEL MES DE LA BIBLIA

La suma de tu Palabra es verdad, y eterna cada una de tus justas ordenanzas.
Salmos 119:160

No cabe duda de que la voluntad de Dios para nuestras vidas está contemplada en su Palabra. Nuestro gozo y bienestar dependerá en gran medida de la obediencia a ella.  "En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos", dice el Salmo 119:15.  Cuando estudiamos La Palabra y crecemos en ella nuestra vida empieza a regirse por sabias decisiones.  No significa que no fallemos, pero aun en medio de las dificultades y metidas de pata podemos encontrar una salida en Dios.  

La meditación en La Palabra es algo que debe ser deseado porque es el eje fundamental de la vida cristiana.  El Salmo 119 es uno de los relatos bíblicos que presenta todas las áreas en las que La Palabra de Dios obra en el ser humano.  El Rey David David establece que a pesar de sus múltiples ocupaciones como rey, los mandamientos y la ley de Dios constituían una prioridad en su vida. David estaba consciente de que los estatutos y mandamientos de Jehová no podían compararse absolutamente con nada; su gozo estaba contemplado allí, sus decisiones, la emisión de sus juicios y lo que salía de su boca.  Era evidente que la ley de Dios brotaba de su corazón.

viernes, 23 de septiembre de 2016

UNA BENDICIÓN MUCHO MÁS GRANDE

Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia.
Génesis 39:21

Hay circunstancias que hacen que nuestra vida cambien radicalmente, lo más lamentable es que muchas de esas circunstancias tienen que ver con personas a las que amamos.  José amaba a sus hermanos y estaba en la casa de su Padre gozoso, sin embargo, un sentimiento de rechazo hacia José era una realidad de la que el mismo José no se daba cuenta.  En medio de esas circunstancias, José fue lanzado en una cisterna y más tarde vendido a los madianitas quienes lo llevaron a Egipto.  La vida de José en Egipto, lejos de su familia, no fue fácil.  Había sido un chico bueno, se portaba relativamente bien y servía en la casa de su padre.  El único ingrediente que pudo haber traído malestar a los hijos de Jacob fueron sus sueños.  

lunes, 19 de septiembre de 2016

EN ESTO PENSAD

 Por último, hermanos, consideren bien todo lo 
verdadero, todo lo 
respetable, todo lo justo, 
todo lo puro, todo lo amable, 
todo lo digno de admiración, 
en fin, todo lo que sea excelente 
o merezca elogio.
Filipenses 4:8


Generalmente en nuestras relaciones con los demás se presentan diferencias.  Puedes estar de acuerdo con alguien acerca de una labor, pero es muy probable que ambos difieran en algún punto.  En nuestras familias es común que estemos observando todos los defectos de cada miembro.  En vez de enfocarnos en aquellas acciones buenas, justas, amables, que merecen un elogio, tendemos a señalar lo que es reprochable, molesto o que simplemente no nos agrada.  Lo mismo puede suceder en la iglesia o en el trabajo.  No necesariamente tiene que ser  un pecado,  basta con que no estemos de acuerdo para no reconocer lo que otras personas han hecho bien.   

sábado, 17 de septiembre de 2016

LEVANTATE AGRADECIDO

Dad gracias al Señor
El es bueno;
porque para siempre
es su misericordia.
Salmos 118:1

Hoy es un día especial, un día maravilloso para dar gracias a Dios por todo lo que hemos recibido de su mano, su fidelidad y su gracia. ¿Te has preguntado alguna vez qué hubiese sido de ti si la misericordia y el amor de Dios no te hubiesen alcanzado?

Pensar en nuestra vida y todo lo que hemos recorrido, la manera en cómo hemos sido guiados y cómo las alas del Dios altísimo nos han mantenido seguros, las veces que estando tan enfermos Dios nos ha sanado, esos momentos de dificultad en lo que el Señor ha venido en

martes, 13 de septiembre de 2016

PREOCUPEMONOS UNOS POR OTROS

Más allá de las tareas que realizamos día tras día donde quiera que nos desenvolvemos está el servicio que se desprende de la koinonía.  Esta es una palabra griega que significa compañerismo o identificación con el otro.  El poder identificarnos en las situaciones difíciles de los demás es un pedido constante de nuestro Señor.  El apóstol Pablo nos dice:   “…sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él".

Identificarnos con las situaciones de otros genera confianza, amistad, participación, pero más aún va haciendo que  el afecto  se haga más entrañable.  En la familia, la iglesia, el vecindario o el trabajo siempre tendremos personas a nuestro alrededor que seguramente pasan por una difícil situación.  Puede ser una enfermedad, la perdida de un ser querido, una frustración por problemas en sus relaciones, preocupación por deudas, etc. 

Cuando nos despojamos un momento de nuestros propios asuntos y fijamos la mirada en nuestros semejantes nos colocamos en una posición de humildad y de unidad.  La iglesia es el cuerpo de Cristo.  Si un miembro del cuerpo padece, debemos poner un mayor interés, al igual que si recibe honra, todos los miembros deben gozarse con él.  Preocuparnos por nuestros hermanos es sinónimo de aprecio y es algo que se manifiesta más allá de la emoción.  La preocupación por el otro se traduce en acciones que manifiestan una empatía y un sentir por lo que al otro le está ocurriendo.  Es totalmente opuesto a la indiferencia o al hecho de preguntar un mal día porque estamos de buen humor. 1ra de Tesalonicenses 5:11 dice: "…animaos unos a otros, y edificaos unos a otros".

Si se entera de que alguien que usted conoce, ya sea de la familia, de la iglesia, de su trabajo, del vecindario, etc. pasa por una situación de dificultad o por un momento de dolor, siempre que el hecho sea de conocimiento público, es decir, que la persona lo haya comunicado, acérquese y bríndele su atención, su oración y su abrazo.  Al menos llámele si no puede acompañarle, de una palabra de ánimo y de consuelo, más aun si es parte del cuerpo de Cristo.


miércoles, 7 de septiembre de 2016

GUARDA TU CORAZÓN CON DILIGENCIA

Cuida tu corazón más que otra cosa,
porque él es la fuente de la vida.
Evita el decir cosas falsas;
apártate de la mentira.
Mira siempre adelante,
mira siempre de frente.
Fíjate bien en dónde pones los pies,
y siempre pisarás terreno firme.


Si nuestro corazón fuera expuesto ante los demás, si fuera abierto para colocar allí una pantalla ¿qué verían los demás?  Igualmente con nuestra mente.  Si la mente fuera desnudara por completo ¿qué verían allí?  Es bueno pensar en esto, y hablo de los demás porque las personas no siempre pueden conocer lo que hay en nuestro interior, pero Dios sí, pues Él lo ha visto todo, a Él no lo podemos engañar.

El capítulo 4 de Proverbios nos llama la atención acerca de todo esto.  A veces aparentamos algo, pero hay algo sucediendo en nuestro interior que no es del agrado de Dios.   Puede ser que nos veamos alegres, conformes, contentos, pero por dentro estemos molestos, airados, resentidos o adoloridos.  Podemos mostrar a una persona respeto y cariño exterior, pero es probable que por dentro tengamos sentimientos de rechazo.  Puede ser que nuestros sentimientos y deseos no estén conectados con lo que mostramos.  Guardar el corazón con toda diligencia es un compromiso ante Dios. Debemos cuidarlo más que otra cosa porque el corazón, es decir, nuestros pensamientos conectados a nuestros sentimientos son fuente de vida o pueden convertirse en una fuente amarga que termina dañándonos o dañando a los demás.

Guardar el corazón tiene que ver con usar bien la razón.  El corazón puede mostrarte algo que si lo analizas profundamente es probable que no sea correcto y que no te convenga.  No podemos negar que muchas cosas que hemos sentido al volverlas acciones nos han traído serias dificultades.   Jesús dijo que del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias (Mateo 15:19), pero por supuesto, de allí salen también las buenas intenciones que son las que debemos cultivar,  y lo más serio de todo esto es que Dios las conoce todas.    David cometió grandes errores, sin embargo, Dios dijo que tenía un corazón conforme a como Él deseaba.  Todos cometemos errores, pero pienso que Dios toma muy en cuenta las motivaciones, es decir, aquello que nos lleva a alojar algo en la mente, para luego darle cabida en el corazón y después volverlo una acción que puede ser ejecutada de distintas maneras. 

Hay acciones pensadas y albergadas que terminan siendo una tragedia.  Esa es la razón por la que escuchamos en las noticias a personas que después de haber cometido un crimen contra su familia testifican que no saben cómo llegaron hasta ahí; sus vecinos y relacionados quedan asombrados por ser personas cuya forma de comportarse  no guarda en lo absoluto relación con el hecho cometido. Lo que sucede es que se infiltra un mal pensamiento que es constantemente meditado y se alberga como un sentimiento en el corazón;  cuando la presión de ese sentimiento explota y esa voz interior comienza a brotar en base a lo que ha sido depositado, entonces se cometen acciones muy lamentables que parecen no tener explicación.

Una de las maneras frecuentes con la que volvemos un pensamiento albergado en el corazón en acción es a través de nuestros labios.  Los versos 24 en adelante nos dicen:  “Evita decir cosas falsas, apártate de la mentira, mira siempre de frente y pisarás en terreno firme”. Es interesante que los versos 24 y 25 del cap.4 de Proverbios relaciona la intención del corazón que es meditada con lo que sale de nuestra boca.  Si de la boca sale perversidad o falsedad es porque ha habido previamente un mal pensamiento.    Si pasamos el tiempo meditando en todo lo mal que nos hemos sentido o en lo que nos han hecho podemos llegar a envenenar nuestros corazones con ira, resentimiento, enojo, habladurías, etc.   Si en vez de estar recordando las cosas que nos molestan de algunas personas recordamos lo mejor de ellas y llenamos el corazón de gratitud, de piedad, de aprobación y buenas intenciones, nuestro corazón pasa a estar en protección.  No se trata de no hablar o pensar en lo justo, pues son dos cosas distintas, pero sí de no pasar el tiempo pensando en aquello que nos causa irritación o malestar. 

Tuve una vecina que exteriormente me parecía difícil de tratar, creía que era pretenciosa, sin embargo tuve la oportunidad de compartir un largo rato con ella en una actividad y me di cuenta de mi pecado.  Pasé un tiempo maravilloso conversando con ella y haciendo amistad.  Juzgar mal a las personas hace que alberguemos en el corazón malos sentimientos hacia ellas.  Aquí entra el elemento de la imaginación.  Imaginamos cosas y las albergamos en el corazón y las hacemos una realidad sin fundamento.    Lo mismo sucede con el temor.  El miedo y la suspicacia hace que actuemos contra alguien de la forma incorrecta y sin una motivación real.


Debemos guardar en el corazón las razones correctas basadas en La Palabra de Dios porque son vida a los que la hallan y medicina para el cuerpo.   Debemos tener sumo cuidado con lo que entra en el pensamiento y el corazón a través del ojo, de los oídos, de la imaginación, de lo que conversamos o del temor. Prestemos mayor atención a ello porque a fin de cuentas es lo que Dios verdaderamente está observando.   Si te sientes mal te animo a orar, llora, habla con Dios, desahoga con él todo lo que trae dolor, malestar, resentimiento o enojo.  Puede que estés colocando algo insignificante en la mente y el corazón que luego se vuelve una bomba de tiempo.  Al acudir al Señor podrás encontrar un refrigerio maravilloso.  Sé lo que te digo.

DESDE EL CORAZÓN