He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo,
para recompensar a cada uno según sea su obra.
Apocalipsis 22:12
Tengo una vecinita que se ha hecho muy amiga de
mi hija Camila. Asisten al mismo colegio y practican juntas la gimnasia.
Ayer me sorprendió con una pregunta que no esperaba de una niña:
"Vecina, ¿verdad que está llegando el fin?" La pregunta
inmediata que le hice fue: ¿"el fin de qué?" y ella me
respondió: "el fin de los tiempos vecina".
Como cristianos sabemos que CRISTO VIENE y
siempre decimos que viene pronto, sin embargo, muchas veces esta verdad se va
colocando en un plano en nuestra vida como si de repente la olvidáramos. Nos levantamos, vamos al trabajo, hacemos
nuestros quehaceres acostumbrados, oramos y adoramos a Dios, pero de repente
nos olvidamos de recordar que HOY podría ser el glorioso día en que Cristo
puede venir. Las ocupaciones,
nuestros afanes aun relacionados con la misma vida cristiana, la familia, la
vida rápida, la tecnología, por momentos nos hacen olvidar que la venida de Cristo está más cerca
de lo que imaginamos. Es paradójico porque lo sabemos y lo declaramos de
vez en cuando: "Cristo viene pronto", pero la manera en cómo
nos conducimos muchas veces dan cuenta de que no estamos pendientes de esta maravillosa verdad y vivimos la vida como si todo esto fuera eterno. Debemos hacernos esta pregunta y contestarla con toda honestidad; ¿Realmente pienso todos los días en que HOY
puede ser el día? ¿Medito en mi mente y
corazón cada día sobre el tema de su venida?
¡Ese será sin duda un día ¡GRANDE¡, un día de gran confusión. Saber que podemos estar haciendo cualquier
cosa y de repente no estar allí, que podemos estar en un avión, en un barco, en
cualquier lugar y todo cambia en un abrir y cerrar de ojos. ¡Gloria a Dios!
"He
aquí yo vengo pronto y mi galardón conmigo", dice el Señor. En este
libro el profeta y apóstol Juan declara algo sumamente importante:
"Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol
de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad’ (22:14) y añade quiénes
estarán fuera (v.15).
Que cada día podamos lavar nuestras ropas, que
nuestro espíritu junto al Espíritu y la esposa siempre diga "Ven Señor
Jesús". Que seamos usados para que todo el que tenga sed beba y el
que quiera tome del agua gratuitamente. Que podamos testificar las
Palabras de este maravilloso libro sin temor. Su venida será más gloriosa
de lo que podamos imaginar. Hoy es un día perfecto para mirar hacia el
cielo y contemplar la obra maravillosa de nuestro creador y dar gracias por las
Palabras de este libro. Junto a mi café y mi espíritu conectado a la
naturaleza, mirando hacia el firmamento, en esta mañana quiero decir:
"Padre, gracias por las Palabras de las profecías de este libro que
tú nos has dado. Gracias porque a través
del Apocalipsis tú nos adviertes con toda propiedad que tu venida está a la
puerta y que vienes con un galardón especial.
Gracias porque podemos decir con todo el corazón y toda libertad: "Ven, Señor Jesús" y podemos cantar:
"Soy peregrino aquí, mi hogar lejano está, en la mansión de luz eterna paz y amor,
embajador yo soy, del reino celestial en los negocios de mi Rey"".
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