Lectura del día: San Juan 7:1-21
«No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio» (San Juan 7:24).
En un viaje de regreso a Santo Domingo desde Kansas City, mi esposo y yo al entrar al avión nos topamos en el pasillo con una de las azafatas detenida en medio de la puerta. Parecía buscar algo con mucha concentración. Éramos los primeros en entrar y nos preocupaba mucho el hecho de tener tantas personas detrás. la gente comenzaba a impacientarse, pero la señora no se quitaba del medio. Le decíamos: “Perdone, buenos días, señora, por favor, etc.", pero ella no parecía escucharnos. Luego de un largo rato vimos que tomó una botella de agua con una jarra muy bonita de un bultito, y sin decir nada se quitó de la entrada. Ambos nos miramos y con cara de incomodidad nos sentamos coincidiendo en nuestra crítica que la señora era inoportuna y descortés. Siendo azafata, ¡cómo es que no se daba cuenta del caos afuera!
Al estar todos los
pasajeros dentro y cerrada la puerta, la señora tomó la bocina y comenzó a
anunciar conforme a su rutina todo lo relacionado al vuelo. Sonriente y
con voz dulce nos indicaba su nombre y se ponía a la orden. Nos sorprendió mucho la forma en la que lo hacía y la manera en cómo servía el almuerzo. era una actitud muy distinta a la que habíamos juzgado. Nos atendió durante todo el vuelo cómo no imaginábamos. Mi esposo y yo nos sentimos muy avergonzados por cómo ella nos había tratado y la forma en cómo la habíamos murmurado. Por cierto, lo que buscaba tan insistentemente
era el agua del piloto y seguramente no nos escuchaba por su afán de servirle.
Muchas veces juzgamos a las personas sin saber en el fondo lo que realmente están pensando.
El Señor nos dice en su palabra: «Porque con el juicio con que juzgáis,
seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. Cuando juzgamos a otros generalmente lo hacemos basándonos en nuestro propio ego. Alguien dijo: "Cuando tengas ganas de juzgar a otro, corre y párate frente al espejo". El llamado al justo juicio hace referencia a que debemos dar a cada cual lo que le corresponde y en ese cada cual el que juzga debe incluirse. Debemos discernir conforme a los criterios establecidos por Dios en su Palabra y no a nuestras propias presunciones. Ese juicio debe estar rodeado de compasión para que no se convierta en una acusación. Alguien dijo que "la compasión es la antitoxina del alma*.
Siempre habrá una oportunidad en la que nos veremos tentados a juzgar a otros, pero cuando le toque, mírese a sí mismo primero, luego trate de conocer con profundidad y sin pasiones los hechos. Si no ha escuchado todas las versiones no se apresure y si es necesario pregunte, no se quede con una sola idea fija en su mente. Criticamos la justicia del mundo porque dejan de perseguir a los corruptos, sin embargo, la justicia legal humana en ocasiones puede ser más benévola que nosotros mismos.
Nuestro señor Jesús fue duramente juzgado; entre la multitud corrían muchos rumores acerca de él, aun sus hermanos no le creían. Unos decían que era una buena persona, pero otros afirmaban que solo estaba engañando a la gente, sin embargo, nadie hablaba abiertamente (Vs.12 y 13). Esa fue la razón por la que mi esposo y yo juzgamos a la azafata y de inmediato la murmuramos, sin embargo, Dios espera que seamos íntegros y sin doblez, claros y oportunos en el hablar para glorificar a Dios con nuestras actitudes.
Oremos al Señor para que con la ayuda de su Santo Espíritu dejemos de señalar a los demás y aprendamos a observar las virtudes y bondades de los hechos. Seamos frontales y preguntemos a la persona antes de señalar por qué actúa de tal o cual forma. Puede que te sorprendas con la respuesta, tal como me sorprendí cuando me di cuenta que la azafata solo buscaba agua.
Dios te bendiga.
Siempre habrá una oportunidad en la que nos veremos tentados a juzgar a otros, pero cuando le toque, mírese a sí mismo primero, luego trate de conocer con profundidad y sin pasiones los hechos. Si no ha escuchado todas las versiones no se apresure y si es necesario pregunte, no se quede con una sola idea fija en su mente. Criticamos la justicia del mundo porque dejan de perseguir a los corruptos, sin embargo, la justicia legal humana en ocasiones puede ser más benévola que nosotros mismos.
Nuestro señor Jesús fue duramente juzgado; entre la multitud corrían muchos rumores acerca de él, aun sus hermanos no le creían. Unos decían que era una buena persona, pero otros afirmaban que solo estaba engañando a la gente, sin embargo, nadie hablaba abiertamente (Vs.12 y 13). Esa fue la razón por la que mi esposo y yo juzgamos a la azafata y de inmediato la murmuramos, sin embargo, Dios espera que seamos íntegros y sin doblez, claros y oportunos en el hablar para glorificar a Dios con nuestras actitudes.
Oremos al Señor para que con la ayuda de su Santo Espíritu dejemos de señalar a los demás y aprendamos a observar las virtudes y bondades de los hechos. Seamos frontales y preguntemos a la persona antes de señalar por qué actúa de tal o cual forma. Puede que te sorprendas con la respuesta, tal como me sorprendí cuando me di cuenta que la azafata solo buscaba agua.
Dios te bendiga.
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