SOLIDARIDAD EN EL LUTO
Lectura de día: Génesis 50
"Los Egipcios están haciendo un duelo muy solemne". (Gén.50:11).
Hace unos meses, el padre de un amigo falleció y a mi esposo que es pastor, le tocó oficiar el entierro. Al llegar al cementerio hubo una actitud de prisa entre muchos de los presentes. Mi esposo,que había conocido al padre del amigo, sen sintió completamente dolido por la actitud, inclusive de algunos familiares; así que detuvo el sepelio y llamó la atención de los presentes: "¿Cuál es la prisa? Ha sido un ser humano el que hemos traído aquí para darle sepultura. Si usted tiene algo que hacer y no quiere estar aquí, por favor retírese Su presencia no es necesaria". Suena duro ¿no? Pero realmente la actitud de muchos, y aun algunos creyentes de la fe cristiana, da mucho qué pensar acerca de la solidaridad y el respeto en medio de un fallecimiento.
Jacob había partido de la tierra y José le había hecho la promesa de sepultarlo en la cueva de Macpela, en Canaán, junto a sus antepasados. Los egipcios guardaron luto por Jacob durante 70 días, a parte de los 40 que tardaron embalsamándolo. Pero no solo eso sino que el mismo faraón le dijo a José: ve a sepultar a tu padre, conforme a la promesa que te pidió hacerle (V.6). Por ese largo y polvoriento camino le acompañaron sus sirvientes, los siervos del faraón, los ancianos de su corte y todos los ancianos de Egipto. Estaban todos los familiares de José y dice la Biblia que formaron un cortejo fúnebre muy grande (v.9). Pasaron 7 días más de luto al llegar a Hatad y al ver los cananeos la forma como los egipcios se solidarizaban con José dijeron: "Los egipcios están haciendo un duelo muy solemne" (V.11).
Muchas veces tenemos que ir a una funeraria o a un entierro para acompañar en su duelo a un hermano de la iglesia, un familiar, un vecino o un compañero de trabajo. Los cristianos sabemos cuál es el sentido y fin de la carne de ese cuerpo inerte en un ataúd, sin embargo, podríamos comportarnos como seres indolentes al no darle el carácter que merece el momento. Sabemos que no podemos comportarnos como aquellos que no tienen esperanza, pero ciertamente el proceso suele ser muy doloroso.
Los egipcios, un pueblo que no conocía al Dios de Jacob, completamente pagano y que podemos compararlo en sentido espiritual con el mundo secular, mostró hacia el padre de José un profundo respeto. Hicieron duelo por muchos días, no había prisa, se trataba del padre del hombre que había salvado el pueblo de una gran hambruna, lo que denota gratitud. Ir a cumplir a un funeral, solo para que nos vean y para que digan que estuvimos allí no es la actitud correcta. Hoy en día la solemnidad de los funerales se ha ido por la borda. En algunos casos se hacen espectáculos, se coloca una música estruendosa y prima el desorden y la chabacanería; en otros, podemos ver algunos grupitos haciendo chistes y muertos de la risa. En ocasiones la gente llega al entierro y lo que dice es: Salgamos rápido de eso, que ya el muerto con tierra tiene. Pero la palabra de Dios que da su justa dimensión a todos los sucesos de la vida nos da una muestra de solemnidad y respeto. Si bien es cierto que era el padre del segundo hombre de mayor importancia en el país, pudieron haber cumplido el tiempo solo en su ciudad. No estaban obligados a peregrinar con José, pues habían cumplido su parte.
En este pasaje el Señor nos llama a reflexionar. ¿Cómo nos comportamos con aquellos que pierden un familiar? ¿Estamos mostrando una real solidaridad cuando pasamos a dar el pésame a un allegado? ¿Le damos el carácter y la solemnidad que el momento merece? ¿Sacamos el tiempo para acompañar a aquellos que pasan por tan terrible pena? Si los egipcios lo hicieron, ¿por qué aquellos que somos parte del reino a veces no lo hacemos? Hoy en día no es necesario caminar tanto ni pasar meses peregrinando, pero una cosa es segura: al pasar por un funeral o entierro, debemos comportarnos con la solemnidad y el respeto que el momento merece.
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