miércoles, 11 de diciembre de 2013

Sobrellevad los unos las cargas de los otros



 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo (Galatas 6:2)

Hoy en día resulta algo difícil ver las cargas que tienen las personas a nuestro alrededor.  Dios nos insta en su palabra a llevar hombro con hombro aquellas cosas o situaciones que pueden resultar pesadas para nuestro prójimo.  La ley de Cristo se contiene en el mandamiento que él nos dejó:  “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros;  como yo os he amado,  que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos,  si tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13:34-35).  

lunes, 9 de diciembre de 2013

Y como queréis que hagan los hombres con vosotros

Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros 
con ellos (Lucas 6:31)

Que nos hagan a nosotros como queremos, es un deseo muy natural.  Es fácil para nosotros decir esta frase, más cuán difícil es ponerla en práctica.  En este pasaje de Lucas cap. 6, el maestro nos habla acerca del amor  y de la llamada regla de oro.  San Mateo hace mención de este mandato en el cap.7 y lo unifica a la acción de pedir y recibir departe del Padre celestial.  

lunes, 2 de diciembre de 2013

Con Cristo estoy juntamente crucificado

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó  y se entregó  a sí mismo por  mí.
Gálatas  2:20.


Hace unos años estaba comprando algunos adornos en una tienda de variedades.    Había ido a chequear  porque una joven que estuvo de visita en mi casa me preguntó por qué  no tenia adornos en la sala.  Confieso que me avergoncé un poco y pensé que era bueno poner otros adornos más elegantes.    Mi casa estaba y aún está llena de fotografías  y cosas que me han obsequiado como:  porta-velas,  dibujos de mis hijas en cuadritos, tasas de los viajes, etc.  Algunos de estos adornos no son tan suntuosos como la gente espera ver en casa de personas que de alguna manera son bien conocidas, hablan sobre el éxito y viajan a distintos lugares.

lunes, 3 de junio de 2013

CRECER ES UNA DECISIÓN


«Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza.  Antes ben, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.  A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad.  Amén» (2da. Pedro 3:17-`18).

      La 2da carta del apóstol Pedro es un firme llamado a crecer en el conocimiento de Dios.  Las palabras claves en esta carta son:  conocer, conocimiento y promesa.  Es un libro que nos invita a cultivar la madurez cristiana, lo cual es una responsabilidad  de cada creyente.  En el capítulo 1 verso 5 de este libro dice:  «Vosotros también, PONIENDO TODA DILIGENCIA por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud ,conocimiento; al conocimiento, dominio propio...».  Dice en el verso 9 que el que no tiene estas cosas tiene LA VISTA MUY CORTA.

jueves, 14 de marzo de 2013

VIDA Y MATRIMONIO: PASANDO LA INFERTILIDAD (PARTE 3)


     Siendo así las cosas, ¿Por qué aparecen en la Biblia esos ejemplos de Sarah, Rebeca, Ana, etc., etc., etc., que hablan acerca de que Dios da hijos si se pide con fe y  a usted no le ha dado ninguno?  ¿Qué podemos decir de eso?  Bueno, es probable que su caso diga a gritos que los relatos bíblicos son una contradicción, pero quiero aclararle que no lo son. Dios es el Dios de lo imposible y hace milagros.  De hecho, se eso se trata la fe, de esperar con certeza aquello que nuestros ojos no ven como si ya fuesen (Hebreos 11:1).

        En mi experiencia personal, para el año 2007 yo estaba embarazada de 7 meses.  Esta era mi cuarta niña.   Usted me diría:  pero como se va a quejar si ya tiene tres; pero quiero aclararle que por lo menos en lo que a mí concierne, el sentimiento de ilusión materno estuvo tan presente en esa bebé como si hubiese sido la primera y cualquier mujer que haya experimentado una pérdida similar me puede entender.  El punto es que todo estaba listo para recibir a “Ivanna” (nombre que íbamos a poner a la niña).  Mi esposo, mis hijas y yo teníamos toda la ilusión.  Al principio, debo confesar que estaba algo asustada por el hecho de que criar cuatro hijos no es cosa fácil, además de estar trabajando secularmente nos encontrábamos pastoreando una congregación, pero conforme fueron pasando los meses, la ilusión de salir a pasear con cuatro niñas y de verme tan joven aún con 4 (esto me lo decían los demás) me hacían sentir muy feliz.   Pero esas ilusiones quedaron frustradas cuando en agosto del 2007 súbitamente el corazón de Ivanna dejó de latir.    El dolor que esto me ocasionó y los sentimientos de culpabilidad comenzaron a visitarme continuamente.  Cuando me di cuenta que algo andaba mal en mi vientre, además de acudir a mi médico, en mi corazón se abrió un incansable ruego delante de Dios.  Repetía una y otra vez: «Señor, la hija de Jairo[1], la hija de Jairo, Señor.  Salva a mi hija.  Tú puedes hacerlo.  Tengo fe de que así será.  Eso es lo que Dioris y yo enseñamos siempre, además es lo que dice tu palabra.  Por favor, que todo esté bien, confío en ti Señor».  Yo me encontraba sola en aquella clínica porque mi esposo estaba en el interior realizando un trabajo, así que llamé por teléfono a una hermana de la iglesia y mejor amiga, la cual vino a acompañarme.   A medida que avanzaba el doctor en la búsqueda de los latidos de corazón de Ivanna, en esa misma medida mi corazón de iba haciendo añicos.  Fue terrible el momento cuando me dijo: «Lo siento, pero no hay latidos.  Debo hacerte una ecografía».  A pesar de su declaración mi esperanza se mantenía viva: tal vez estaba muy dormidita; tal vez el estetoscopio estaba dañado, no sé, pero se me asomaron todos los tal vez, esa negación por la que todas pasamos.  Pero luego, llegó la realidad.  En aquella sala de sonografías, me encontraba con la terrible noticia de que la niña había muerto por un paro cardiaco.  Lo único que pude hacer fue irrumpir en llanto.    Solo tenía el abrazo de mi amiga que junto a mi lloraba y repetía: «Lo siento tanto, lo siento».

       Cuando esto sucedió me pasé toda una semana en cama recibiendo las visitas de amigos, familiares  y hermanos de la congregación.  Pero en esa ocasión vino una persona que me dijo algo que me hizo comprender lo más importante de este proceso.  Deborah Climie es una misonera de la Alianza Cristiana y Misionera que llevaba junto a su esposo un tiempo residiendo en la República.  Ese día Deborah me trajo una libreta muy bonita y un bolígrafo.  Me djo: «Evelyn, debes escribir aquí todos los sentimientos que te envuelven.  Desahógate con Dios y escríbele todo lo que esperabas departe de él y lo que esperabas de ti misma.  Luego, despídete de Ivanna.  Es necesario que te despidas.  Después vas a ver que aun cuando lo que Dios permite no tiene una aparente razón, él siempre tiene guardado un propósito, y tú sabes que así es».   Hoy, al escribir este testimonio, puedo encontrar esa razón.    He encontrado esa razón en todas las mujeres que me ha tocado consolar en momentos difíciles.  Increíblemente meses después, cuatro mujeres de mi congregación pasaron por situaciones similares: dos con abortos espontáneos, una con la muerte de su hijo, otra con la  pérdida de un embarazo  muy avanzado al igual que yo.

      Una vez escuché el testimonio en el Club 700 de una chica llamada Heather Millers, y ella decía que muchas veces quería pegarle un bibliazo en la cabeza a los que siempre le repetían Romanos 8:28 como una manera de salir de ella con una respuesta simple: «A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien».  Esto es verdad, ¡y claro que lo es!, pero no siempre las personas tienen la capacidad de recibirlo en el momento como tal; pero nosotros como buenos cristianos, queremos dar respuestas que simplemente no tenemos.  ¿Es tan difícil admitir que no lo sabemos todo?  Hasta cierto punto, es una manera de juzgar al decirle a la persona que está mal porque se siente mal.  Creo que es una forma de evadir nuestra responsabilidad y de darle una respuesta para salir del paso a aquellos que padecen procesos de dolor.

     El Dr. James Dobson (Me gusta mucho leer sus obras porque son bastante realistas) en su libro: Cuando lo que Dios hace no tiene sentido, hace una muy interesante declaración: «habrá momentos en la vida de cada persona cuando las circunstancias no tienen sentido, cuando nos parece que lo que Dios ha hecho no tiene sentido. Este es un aspecto de la fe cristiana del cual no se habla mucho. Tenemos tendencia a enseñarles a los nuevos cristianos las porciones de nuestra teología que son atractivas a la mente secular: Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida.  Esa declaración es totalmente verdadera. Sin embargo, da a entender que el creyente siempre comprenderá ese “plan maravilloso”, y que lo aprobará.  Le pido a la persona que se siente muy afligida, cuyo corazón está quebrantado, y que se siente desesperada por escuchar una palabra de estímulo, que me permita asegurarle que usted puede confiar en el Señor de los cielos y de la tierra. Existe seguridad y descanso en la sabiduría eterna de la Biblia.  Usted verá que podemos confiar en el Señor, aun cuando no entendamos lo que ÉL hace. Usted puede estar seguro de esto: Jehová, el Rey de Reyes y Señor de Señores, no está caminando de un lado a otro por los pasillos del cielo sin saber qué hacer acerca de los problemas que existen en la vida de usted.  El puso los mundos en el espacio. El puede tomar en sus manos las cargas que le están agobiando. Y para comenzar dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:10)». [2]

      Solo Dios tiene las respuestas oportunas para las mujeres que pasan por el proceso de infertilidad.  Lo único que podemos hacer las personas como yo que nos atrevemos a escribir sobre este asunto, es simplemente darle apoyo, esperanza, consuelo y nuestra solidaridad en fe.  Lo que va a ocurrir al final del camino, solo Dios lo sabe. 
     
      A través de estos procesos es mucho lo que Dios puede hacer y enseñarnos.  Hay muchos testimonios que así lo han expresado.   A través de los procesos difíciles muchas mujeres han encontrado el camino a Dios, el cual día a día va renovando sus mentes conforme a sus misericordias, les enseña su palabra la cual les da aliento, les ayuda a crecer y les muestra u fidelidad.  Gracias a la presencia de Dios en este peregrinar, muchas mujeres han podido levantarse, y ni hablar de la manera en como Dios las ha usado para poder ministrar a muchas otras que pasan por una situación similar.  A través de esas experiencias muchas mujeres son sanadas y consoladas.  Muchas mujeres son escuchadas en su dolor y hay momentos en los que es lo único que importa: simplemente ser escuchadas con atención.   
He aquí algunas promesas y propósitos de Dios para la consolación:
§   Romanos 15:4: «Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza».
§   2 Corintios 1:4: «El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios».
§  Filipenses 2:1-2 «Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia,  completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa»
§  Romanos 5: 1-5 «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;  por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;  y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;  y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado».
       Querida amiga, lo único que puedo decirte es que busques en Dios la paz y el descanso que tu corazón  necesita.  Sabemos que no es fácil, de hecho, cuando menos lo pienses van a volver esos pensamientos que no te dejan olvidar lo que te sucede, pero lo cierto es que Dios está interesado en ti.  El reverendo Reuben Welch, ministro y autor de varios libros, dijo en una ocasión: «Con Dios, aun cuando nada está ocurriendo, algo está ocurriendo».   La Biblia nos dice que Dios sabe de todas las cosas de las cuales tenemos necesidad y nos pone un camino por el cual andar que consiste en Buscar el reino de Dios: «Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas» (Mateo 6:33).  ¿Cuáles cosas?  Solo él lo sabe. 

       Anímate a experimentar el amor de Dios, y su paz: «No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4:6-7).
        Hay una respuesta que no cambia y que no tiene sombra de variación:  la respuesta de Dios.  ¡Sí! Así como lo ha leído.  La respuesta de Dios para usted se llama descanso, se llama paz.   Por medio de la fe puesta en Dios, usted podrá ser guiada con esperanza en vez de desilusión, con llenura en lugar de vacío, con alegría en vez de tristeza, con aceptación en vez de rechazo, con perdón en vez de culpabilidad, con paz en vez de tribulación, con libertad en vez de opresión.  Deseo de todo corazón que Dios conceda los deseos de tu corazón, pero además deseo que te llene de su paz y de su presencia.


[1] S.Marcos 5 :21-43

[2] Dr. James Dobson. Cuando lo que Dios hace no tiene sentido (Cap.2).

VIDA Y MATRIMONIO: PASANDO POR LA INFERTILIDAD (PARTE 2)



      El tema de la infertilidad en un asunto que no se trata mucho en las iglesias.  Realmente, debería haber programas para parejas que pasan por esta difícil situación, tal vez grupos de crecimiento o algo semejante.   Lo mismo sucede con las solteras, aquellas que llegan a una edad avanzada sin contraer matrimonio.  Muchas veces se les acosa con comentarios implacables.  Tal vez no haya intención de hacer un daño o causar alguna irritación, pero hay que tener mucho cuidado en la forma que uno se dirige a las parejas o a las personas.  Si usted no conoce una situación, mejor quédese callado o callada.    Si tanto le preocupa, entonces lleve su preocupación a la presencia de Dios en oración.  He visto muchas mujeres que no cargan bebés por el temor de que les pregunten por qué razón no han tenido alguno.

      La infertilidad no solo es primaria, puede deberse también a abortos espontáneos.  Puede que una mujer haya tenido un hijo, pero no haya podido tener más.  Esto también causa sentimientos de dolor y frustración en una mujer.  Conozco a una dama que tuvo dos hijos.  Su esposo falleció y ella quedó sola al cuidado de los niños.  Unos años después ella contrajo matrimonio.  Es una mujer relativamente joven que ronda los 36 años.  Ella ha orado incansablemente y ha tratado de tener un hijo con su esposo actual, pero no ha sido posible.  Muchas personas le dicen cosas como: “Pero si ya tienes dos, ¿qué más quieres?”.  Otros ha ido más lejos: «¡Ponte las pilas que ese marido tuyo está  muy joven!».  El punto es que el esposo quiere tener por lo menos uno propio.  El es un padre amoroso y un excelente proveedor para esos hijos que Dios le ha provisto en su misericordia, pero aún es joven (tiene 38); por lo que el asunto es algo complejo.  Hay un refrán que cita: «El corazón de la auyama, solo lo sabe el cuchillo».  La dama y el caballero ya tienen 5 años de casados y siguen confiando en Dios y esperando que un hijo va a llegar.  Tal fe es diga de aplaudir, pero ¿qué tal si la voluntad de Dios haya sido únicamente proveer de un padre a esos niños que quedaron huérfanos?  Por eso digo que el asunto es complejo.  Pienso que lo mejor es seguir pidiendo a Dios una respuesta acerca de esto y estoy segura que él la dará.  Cuando ellos sientan en el corazón la paz de Dios con respecto a lo que piden, entonces Dios ha contestado su oración, ya sea que venga el bebé o ya sea que no.  La paz que inunda el corazón es una respuesta que Dios suele dar.

       En una ocasión una amiga me dijo lo siguiente: «Tengo ya varios años tratando de tener por lo menos un hijo.  He gastado todo mi dinero pagando estudios y exámenes médicos.  La inseminación artificial no ha logrado hacer nada conmigo.  Cada vez que me inyecto para cuando mis óvulos estén maduros lograr concebir, algo sucede.  ¿Por qué Dios le da hijos a mujeres que lo maltratan, los abandonan o les hacen daño.  Yo quiero un hijo para amarlo y cuidarlo.  Quiero que me des una respuesta departe de Dios ahora mismo».   Ella estaba bastante enojada y yo podía percibir lo adolorida que se encontraba.  En el momento, no sabía qué rayos le iba a contestar.  Me quedé perpleja, porque ese era el saludo que ella me había dado justo cuando entré a su oficina.  Lo único que hice fue abrazarla y decirle: «Escúchame Carmen, yo no sé la respuesta a esa pregunta, pero lo que sí sé es que Dios te ama y no te va a  deja llevar una carga tan difícil sola».  Inmediatamente el Espíritu Santo me guió a decirle otra cosa: «Sobre la pregunta acerca de por qué Dios le da hijos a aquellas mujeres que los abandonan, yo prefiero decir que Dios le guarda madres buenas a aquellos niños que son abandonados o que simplemente la pierden.  Si todas las mujeres pudieran tener hijos, entonces ¿qué pasaría con los que se quedan sin mamá?  Realmente muy pocos tuvieran la oportunidad de encontrar a alguien que desee amarlos de verdad».  Mi amiga se quedó perpleja con mi respuesta y me dijo: «Eso tiene lógica».  Mi amiga no es cristiana aún, pero yo sigo orando por ella para que conozca a Dios de manera intima, y si es su voluntad, él le otorgue el bebé que tanto anhela.  Hace un tiempo me enteré que ella estaba apadrinando a un chico huérfano. Todavía ella  no se siente segura de adoptar, pero por lo menos está haciendo algo que le produce mucha alegría y satisfacción.

      Mi amiga Rosa tiene una hija llamada Ruth.  Entre las compañeras de Ruth hay una niña que es adoptada, su nombre es Rossy.  Ambas estudian en un colegio cristiano.  En una de las actividades que se celebran el día de las madres, la maestra le preguntó a los niños, cuál había sido el mejor regalo que habían recibido departe de Dios.  La respuesta de Rossy conmovió a todos los presentes: «El mejor regalo que Dios me dio fueron mis padres, porque yo estaba solita sin mamá y sin papá, pero Dios me los trajo y ahora soy feliz.  ¡Dios es verdaderamente bueno!».  Estos padres  constantemente le repiten a Rossy que ella fue la respuesta a sus oraciones y el regalo que Dios le había entregado.  Tanto para la niña como para los padres, Dios proveyó algo que ansiosamente anhelaban. 

      Adoptar no es una opción para todas las parejas que pasan por un proceso de esterilidad.  Realmente para dar un paso como ese,  ambos tienen que estar de acuerdo y debe estar seguros.  Debe haber además una buena asesoría tanto profesional como pastoral y  mucha oración de por medio.  Hay muchos métodos de fertilización en la actualidad y no voy a entrar en detalles sobre ello, aunque para muchos cristianos todos los métodos de fertilización constituyen un pecado; pero personalmente creo que cada método debe analizarse de manera particular, de tal forma que no se incurra en uno que riña con la ética cristiana y rompa con principios bíblicos establecidos.  Yo creo que la ciencia es una provisión de parte de Dios para solución a muchas situaciones, sin embargo, es importante buscar afirmación y paz de Dios en ese sentido.

VIDA Y MATRIMONIO: PASANDO POR LA INFERTILIDAD



      La esterilidad  produce  dolor y tristeza al no poder  tener descendencia.   Hay muchos sentimientos envueltos en aquellas parejas o mujeres que no pueden procrear, pero el mayor peligro está en la frustración que llega a la pareja en sí.  Cuando uno de los dos no puede dar hijos, llegan sentimientos de culpa o rechazo, puede producirse un aislamiento que quebranta en muchas formas la relación.  Puede darse un proceso de realidad, minimización, negación, enojo, culpa y cansancio.      

       El recorrido de cada mujer en el proceso de esterilidad es único.  Las experiencias que cada quien vive son tan individuales que aunque uno trate en estos escritos algunos puntos, nunca podrá describirlos de manera puntual.  Puede que haya en la vida de la mujer una esperanza, otras pueden que sientan que el camino es demasiado largo, otras piensen en resolver el asunto con una adopción o método de fertilización, otras deciden aceptar la voluntad de Dios no importa cual fuere; pero otras pasan por momentos sumamente difíciles con peleas en el hogar, frustración, ira, enojo y sentimientos de culpabilidad.  Lo cierto es que es difícil dar una respuesta única a situaciones como estas.      

      Pero lo que más molesta a una mujer o a una pareja que no ha podido concebir, es que lo recuerden de manera constante.  Muchas personas hacen comentarios insensibles o dan consejos que no les han pedido.  Los familiares que rodean a la mujer que no ha podido tener hijos son especialistas en murmurar y hacer comentarios inadecuados.   En el libro: Cuando la cuna está vacía de John y Silvia Regenmorter se expresan distintos relatos de mujeres y parejas que no han podido concebir, haciendo la acotación acerca de las opiniones que van desde el  tío Juan hasta la hermana María, tratando de decirle a los afectados lo que deberían hacer.    En el libro se presentan los diez principales comentarios que la pareja infértil aborrece escuchar.  Les quiero presentar algunos, añadiendo otros que también hemos escuchado:
1.     ¡Adivina quién está embarazada otra vez!
2.     No te preocupes, cuando estés lista sucederá.
3.     Pero Juanito y carlota oraron y en seguida ella quedó embarazada.  ¿Tú no tienes fe?
4.     Eres demasiado sensible, tal vez no fuiste hecha para tener hijos.  Acéptalo y sigue adelante.
5.     Deja de lamentarte tanto, todos tenemos problemas.
6.     ¿Están seguros que saben cómo hacer bebés? ¡Ah! Yo puedo darle algunos consejos.
7.     ¡Yo quedo embarazada tan fácilmente! Mi esposo solo me mira y ¡zas! Bebé en camino.
8.     Pero ustedes son muy afortunados de no tener niños.  Si quieren yo les doy los míos con gusto para que los críen; con lo caro que está todo.  Sin hijos la casa nunca se ensucia.
9.     Pero miren, ustedes no se están haciendo más jóvenes.  ¡Oh! ¿Y cuándo es que van a tener hijos?
10.  No, pero si ustedes nada piensan en ustedes dos.  ¿Y es que ustedes nada más quieren vivir una eterna luna de miel?
11.  Mira, ¿Y qué ustedes están esperando?  Es mejor tenerlos todos de una vez, una detrás del otro, así crían una sola vez.
12.  Mi hija, ¡pero la tecnología está  muy avanzada!
13.  Vota a ese hombre y búscate otro. 
14.  ¿Y tú no sabías que tenías ese problema antes de casarte?
15.  Adopten uno, que eso de parir ya no se usa.
16.  Adopten, y segurito que después que adopten vas a quedar embarazada.  Eso mismo le pasó a Regina.

      La imprudencia que se comete con aquellas mujeres que no han concebido es bastante.  Muchas veces las personas hacen comentarios sin conocer la situación por la que una pareja está pasando.   En una ocasión, una pareja de la congregación se acercó para ver a un bebé que había sido presentado.  La mujer comenzó a hacerle gracias al niño, mientras el esposo le colgaba el brazo alrededor, como tratando de darle apoyo.  En ese momento, una hermana se acercó y le dijo: «¿Y cuándo es que ustedes van a tener los suyos?  ¡Anímense!  ¡Tengan uno! No se puede esperar tanto para tener hijos, porque los años pasan y las fuerzas se acaban.  Las profesiones se quedan y el dinero que uno hace en el trabajo; los hijos son los que cuentan».  La hermana irrumpió en llanto.  Era un llanto desconsolado.  La persona que había hecho el comentario solo atinó a decir: «¿y  qué yo dije?».

(Continuará)....

     

DESDE EL CORAZÓN