jueves, 14 de marzo de 2013

VIDA Y MATRIMONIO: PASANDO POR LA INFERTILIDAD



      La esterilidad  produce  dolor y tristeza al no poder  tener descendencia.   Hay muchos sentimientos envueltos en aquellas parejas o mujeres que no pueden procrear, pero el mayor peligro está en la frustración que llega a la pareja en sí.  Cuando uno de los dos no puede dar hijos, llegan sentimientos de culpa o rechazo, puede producirse un aislamiento que quebranta en muchas formas la relación.  Puede darse un proceso de realidad, minimización, negación, enojo, culpa y cansancio.      

       El recorrido de cada mujer en el proceso de esterilidad es único.  Las experiencias que cada quien vive son tan individuales que aunque uno trate en estos escritos algunos puntos, nunca podrá describirlos de manera puntual.  Puede que haya en la vida de la mujer una esperanza, otras pueden que sientan que el camino es demasiado largo, otras piensen en resolver el asunto con una adopción o método de fertilización, otras deciden aceptar la voluntad de Dios no importa cual fuere; pero otras pasan por momentos sumamente difíciles con peleas en el hogar, frustración, ira, enojo y sentimientos de culpabilidad.  Lo cierto es que es difícil dar una respuesta única a situaciones como estas.      

      Pero lo que más molesta a una mujer o a una pareja que no ha podido concebir, es que lo recuerden de manera constante.  Muchas personas hacen comentarios insensibles o dan consejos que no les han pedido.  Los familiares que rodean a la mujer que no ha podido tener hijos son especialistas en murmurar y hacer comentarios inadecuados.   En el libro: Cuando la cuna está vacía de John y Silvia Regenmorter se expresan distintos relatos de mujeres y parejas que no han podido concebir, haciendo la acotación acerca de las opiniones que van desde el  tío Juan hasta la hermana María, tratando de decirle a los afectados lo que deberían hacer.    En el libro se presentan los diez principales comentarios que la pareja infértil aborrece escuchar.  Les quiero presentar algunos, añadiendo otros que también hemos escuchado:
1.     ¡Adivina quién está embarazada otra vez!
2.     No te preocupes, cuando estés lista sucederá.
3.     Pero Juanito y carlota oraron y en seguida ella quedó embarazada.  ¿Tú no tienes fe?
4.     Eres demasiado sensible, tal vez no fuiste hecha para tener hijos.  Acéptalo y sigue adelante.
5.     Deja de lamentarte tanto, todos tenemos problemas.
6.     ¿Están seguros que saben cómo hacer bebés? ¡Ah! Yo puedo darle algunos consejos.
7.     ¡Yo quedo embarazada tan fácilmente! Mi esposo solo me mira y ¡zas! Bebé en camino.
8.     Pero ustedes son muy afortunados de no tener niños.  Si quieren yo les doy los míos con gusto para que los críen; con lo caro que está todo.  Sin hijos la casa nunca se ensucia.
9.     Pero miren, ustedes no se están haciendo más jóvenes.  ¡Oh! ¿Y cuándo es que van a tener hijos?
10.  No, pero si ustedes nada piensan en ustedes dos.  ¿Y es que ustedes nada más quieren vivir una eterna luna de miel?
11.  Mira, ¿Y qué ustedes están esperando?  Es mejor tenerlos todos de una vez, una detrás del otro, así crían una sola vez.
12.  Mi hija, ¡pero la tecnología está  muy avanzada!
13.  Vota a ese hombre y búscate otro. 
14.  ¿Y tú no sabías que tenías ese problema antes de casarte?
15.  Adopten uno, que eso de parir ya no se usa.
16.  Adopten, y segurito que después que adopten vas a quedar embarazada.  Eso mismo le pasó a Regina.

      La imprudencia que se comete con aquellas mujeres que no han concebido es bastante.  Muchas veces las personas hacen comentarios sin conocer la situación por la que una pareja está pasando.   En una ocasión, una pareja de la congregación se acercó para ver a un bebé que había sido presentado.  La mujer comenzó a hacerle gracias al niño, mientras el esposo le colgaba el brazo alrededor, como tratando de darle apoyo.  En ese momento, una hermana se acercó y le dijo: «¿Y cuándo es que ustedes van a tener los suyos?  ¡Anímense!  ¡Tengan uno! No se puede esperar tanto para tener hijos, porque los años pasan y las fuerzas se acaban.  Las profesiones se quedan y el dinero que uno hace en el trabajo; los hijos son los que cuentan».  La hermana irrumpió en llanto.  Era un llanto desconsolado.  La persona que había hecho el comentario solo atinó a decir: «¿y  qué yo dije?».

(Continuará)....

     

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