jueves, 14 de marzo de 2013

VIDA Y MATRIMONIO: PASANDO POR LA INFERTILIDAD (PARTE 2)



      El tema de la infertilidad en un asunto que no se trata mucho en las iglesias.  Realmente, debería haber programas para parejas que pasan por esta difícil situación, tal vez grupos de crecimiento o algo semejante.   Lo mismo sucede con las solteras, aquellas que llegan a una edad avanzada sin contraer matrimonio.  Muchas veces se les acosa con comentarios implacables.  Tal vez no haya intención de hacer un daño o causar alguna irritación, pero hay que tener mucho cuidado en la forma que uno se dirige a las parejas o a las personas.  Si usted no conoce una situación, mejor quédese callado o callada.    Si tanto le preocupa, entonces lleve su preocupación a la presencia de Dios en oración.  He visto muchas mujeres que no cargan bebés por el temor de que les pregunten por qué razón no han tenido alguno.

      La infertilidad no solo es primaria, puede deberse también a abortos espontáneos.  Puede que una mujer haya tenido un hijo, pero no haya podido tener más.  Esto también causa sentimientos de dolor y frustración en una mujer.  Conozco a una dama que tuvo dos hijos.  Su esposo falleció y ella quedó sola al cuidado de los niños.  Unos años después ella contrajo matrimonio.  Es una mujer relativamente joven que ronda los 36 años.  Ella ha orado incansablemente y ha tratado de tener un hijo con su esposo actual, pero no ha sido posible.  Muchas personas le dicen cosas como: “Pero si ya tienes dos, ¿qué más quieres?”.  Otros ha ido más lejos: «¡Ponte las pilas que ese marido tuyo está  muy joven!».  El punto es que el esposo quiere tener por lo menos uno propio.  El es un padre amoroso y un excelente proveedor para esos hijos que Dios le ha provisto en su misericordia, pero aún es joven (tiene 38); por lo que el asunto es algo complejo.  Hay un refrán que cita: «El corazón de la auyama, solo lo sabe el cuchillo».  La dama y el caballero ya tienen 5 años de casados y siguen confiando en Dios y esperando que un hijo va a llegar.  Tal fe es diga de aplaudir, pero ¿qué tal si la voluntad de Dios haya sido únicamente proveer de un padre a esos niños que quedaron huérfanos?  Por eso digo que el asunto es complejo.  Pienso que lo mejor es seguir pidiendo a Dios una respuesta acerca de esto y estoy segura que él la dará.  Cuando ellos sientan en el corazón la paz de Dios con respecto a lo que piden, entonces Dios ha contestado su oración, ya sea que venga el bebé o ya sea que no.  La paz que inunda el corazón es una respuesta que Dios suele dar.

       En una ocasión una amiga me dijo lo siguiente: «Tengo ya varios años tratando de tener por lo menos un hijo.  He gastado todo mi dinero pagando estudios y exámenes médicos.  La inseminación artificial no ha logrado hacer nada conmigo.  Cada vez que me inyecto para cuando mis óvulos estén maduros lograr concebir, algo sucede.  ¿Por qué Dios le da hijos a mujeres que lo maltratan, los abandonan o les hacen daño.  Yo quiero un hijo para amarlo y cuidarlo.  Quiero que me des una respuesta departe de Dios ahora mismo».   Ella estaba bastante enojada y yo podía percibir lo adolorida que se encontraba.  En el momento, no sabía qué rayos le iba a contestar.  Me quedé perpleja, porque ese era el saludo que ella me había dado justo cuando entré a su oficina.  Lo único que hice fue abrazarla y decirle: «Escúchame Carmen, yo no sé la respuesta a esa pregunta, pero lo que sí sé es que Dios te ama y no te va a  deja llevar una carga tan difícil sola».  Inmediatamente el Espíritu Santo me guió a decirle otra cosa: «Sobre la pregunta acerca de por qué Dios le da hijos a aquellas mujeres que los abandonan, yo prefiero decir que Dios le guarda madres buenas a aquellos niños que son abandonados o que simplemente la pierden.  Si todas las mujeres pudieran tener hijos, entonces ¿qué pasaría con los que se quedan sin mamá?  Realmente muy pocos tuvieran la oportunidad de encontrar a alguien que desee amarlos de verdad».  Mi amiga se quedó perpleja con mi respuesta y me dijo: «Eso tiene lógica».  Mi amiga no es cristiana aún, pero yo sigo orando por ella para que conozca a Dios de manera intima, y si es su voluntad, él le otorgue el bebé que tanto anhela.  Hace un tiempo me enteré que ella estaba apadrinando a un chico huérfano. Todavía ella  no se siente segura de adoptar, pero por lo menos está haciendo algo que le produce mucha alegría y satisfacción.

      Mi amiga Rosa tiene una hija llamada Ruth.  Entre las compañeras de Ruth hay una niña que es adoptada, su nombre es Rossy.  Ambas estudian en un colegio cristiano.  En una de las actividades que se celebran el día de las madres, la maestra le preguntó a los niños, cuál había sido el mejor regalo que habían recibido departe de Dios.  La respuesta de Rossy conmovió a todos los presentes: «El mejor regalo que Dios me dio fueron mis padres, porque yo estaba solita sin mamá y sin papá, pero Dios me los trajo y ahora soy feliz.  ¡Dios es verdaderamente bueno!».  Estos padres  constantemente le repiten a Rossy que ella fue la respuesta a sus oraciones y el regalo que Dios le había entregado.  Tanto para la niña como para los padres, Dios proveyó algo que ansiosamente anhelaban. 

      Adoptar no es una opción para todas las parejas que pasan por un proceso de esterilidad.  Realmente para dar un paso como ese,  ambos tienen que estar de acuerdo y debe estar seguros.  Debe haber además una buena asesoría tanto profesional como pastoral y  mucha oración de por medio.  Hay muchos métodos de fertilización en la actualidad y no voy a entrar en detalles sobre ello, aunque para muchos cristianos todos los métodos de fertilización constituyen un pecado; pero personalmente creo que cada método debe analizarse de manera particular, de tal forma que no se incurra en uno que riña con la ética cristiana y rompa con principios bíblicos establecidos.  Yo creo que la ciencia es una provisión de parte de Dios para solución a muchas situaciones, sin embargo, es importante buscar afirmación y paz de Dios en ese sentido.

No hay comentarios:

DESDE EL CORAZÓN