Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 2:20.
Gálatas 2:20.
Hace unos años estaba comprando algunos adornos en una tienda de variedades. Había ido a chequear porque una joven que estuvo de visita en mi casa me preguntó por qué no tenia adornos en la sala. Confieso que me avergoncé un poco y pensé que era bueno poner otros adornos más elegantes. Mi casa estaba y aún está llena de fotografías y cosas que me han obsequiado como: porta-velas, dibujos de mis hijas en cuadritos, tasas de los viajes, etc. Algunos de estos adornos no son tan suntuosos como la gente espera ver en casa de personas que de alguna manera son bien conocidas, hablan sobre el éxito y viajan a distintos lugares.
Mientras miraba por los pasillos de la tienda, me encontré un cuadro pequeño de madera con un verso bíblico. Es increíble que luego de ver tantas cosas, este salió de un rincón como si me hubiera estado esperando. El verso escrito era Filipenses 3. Cuando lo leí comprendí que el Señor trataba de decirme algo. Inmediatamente este verso se conjugó en mi memoria con Gálatas 2:20.
Muchas personas proclamamos ser nuevas criaturas en Cristo y decimos haber sido crucificados juntamente con él solo por el hecho de que hemos dado un paso de fe y nos congregamos. Pero, ¿qué significa estar crucificado con Cristo? Estar en Cristo es una maravillosa realidad; pero morir en Cristo y vivir lo que se vive aún en la carne como Cristo vivió es distinto. Si decimos: "Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí" significa que aún mis gustos, mis vanidades y deseos están sometidos tal y como Cristo los sometió, que siendo Dios mismo no se aferró a ello, sino que se despojó a sí mismo.
A los seres humanos nos encanta ser admirados por los demás. Pensamos que debemos vernos y proyectarnos de tal o cual manera, sin embargo, se nos olvida que Cristo se proyectó de una manera completamente distinta a la que la mayoría de las personas, incluso religiosos y ministros nos proyectamos hoy día. La fama es buena y la admiración también. Pero es mejor gozar de la gracia y paz de nuestro buen Dios, de su maravillosa presencia.
¿Realmente podemos decir que nos hemos crucificado con Cristo? ¿Realmente podemos decir que ya no vivo yo, sino Cristo en mí? Piénsalo. Piénsalo con profunda conciencia y te darás cuenta, al igual que yo, que nos falta mucho camino que recorrer. Nos falta tomar nuestra cruz y seguirle.
Vivir en Cristo significa que hemos muerto al viejo hombre que estaba viciado a sus deseos y a su manera de pensar, conforme a los lineamientos de este mundo. Hay muchas areas de nuestras vidas que permanecen sin crucificar y están enteramente atadas a pensamientos contrarios a lo que Cristo enseñó. Tomamos muchas veces a Cristo como una excusa u objeto para vendernos y satisfacer nuestros más profundos deseos de vanidad. Muchos apelamos a esa frase de que: "Soy hija del rey" para justificar deseos vanales de tener, acaparar y exhibir cosas y aun a uno mismo. Sin embargo, es de sabios hacer una paradita para preguntarnos con toda sinceridad: ¿Habrá alguna parte de mi vida que no he crucificado con Cristo? No solo piensa en los pecados que creemos capitales como mentir, tomar lo ajeno, no perdonar, etc. Piensa en aquellas cosas que crees insignificantes que tampoco has crucificado, como por ejemplo, el orgullo por tu talento, el deseo de obtener cosas y más cosas, o el deseo de ser grandemente visto y admirado usando el nombre de tu Señor. Piensa en el afán que te creas con tal de satisfacer a los demás.
"Ya no vivo yo" significa renunciar a tus deseos e intenciones para dar paso a la intención de Dios a través de ti. No quiero decir que no hagas las cosas bien y que andes por ahí sin atractivo, pero sí es bueno no dejarnos arrastrar por lo que la misma gente provoca en uno. A la gente le encanta las personas que se ven bien y se proyectan bien. De paso, que viva Cristo en mí significa que yo no deje de ser yo para complacer a otros y lo que para mí en un tiempo era ganancia, ahora es estimado como pérdida por amor a Cristo. Eso me recuerda que tal vez por eso Cristo no fue recibido por los suyos y los suyos no le conocieron.
¿Qué crees? lo único que compré fue aquel cuadrito de madera, el cual conservo en la sala de mi casa, y que me hace recordar cuando me siento presionada por las miradas de los demás, que todos las cosas son solo cosas y que muchas veces son pérdida. Aunque no sea el mismo verso, también me hace recordar que ya no vivo yo, sino que Evelyn está crucificada. Recibo todo lo bueno que puedo recibir, adquiero todo lo bueno que puedo, pero recordando que la excentricidad no es mi mejor aliada.
Dios te bendiga.
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