miércoles, 11 de diciembre de 2013

Sobrellevad los unos las cargas de los otros



 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo (Galatas 6:2)

Hoy en día resulta algo difícil ver las cargas que tienen las personas a nuestro alrededor.  Dios nos insta en su palabra a llevar hombro con hombro aquellas cosas o situaciones que pueden resultar pesadas para nuestro prójimo.  La ley de Cristo se contiene en el mandamiento que él nos dejó:  “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros;  como yo os he amado,  que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos,  si tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13:34-35).  


Decimos ser cristianos y discípulos de Cristo, pero no nos gusta sobrellevar las cargas de otros y ser en algunas formas sencillas solidarios.  Muchos pueden decir que sobrellevan las cargas de otros en una enfermedad, en un prolema económico o con una llamada de consejo o consolación, pero ¿qué hay de las cosas sencillas y cotidianas del día a día? Conozco  personas que se llaman cristianos, pero no son capaces de levantar algo que han tumbado de un estante de un supermercado.  Inclusive, los he escuchado decir:  ya hay quien recoja eso.  Hay creyentes que llegan a sus casas y dejan todo tirado por doquier, sólo porque tienen una empleada doméstica para esos quehaceres.  Comen y no son capaces de recoger sus platos, son los primeros que salen huyendo de las actividades para que no les pidan ayuda.  Muchos dicen ser condescendientes, sin embargo, usan los toilets en las plazas y no piensan que alguien viene detrás a usarlo,  dejan sus toallas tiradas, se levantan de las sillas y no las ponen en su lugar, riegan desechos sin parar, exigen que se les atienda como si fueran reyes,  etc.

¿De verdad puede alguien con actitudes como estas decir que es un discípulo de Cristo?  USTED 
DEBE DEMOSTRAR que es un seguidor de Cristo en las cosas diarias y simples de la vida, no solo 
en las intrépidas y llamativas.  Le ánimo hoy a que vea a su alrededor y mire si hay un lugar que alguien ha dejado de antemano limpio para usted con mucho esfuerzo, si realmente le importa lo que esa otra persona ha hecho, aunque no lo conozca.  Observe en su casa y deténgase a pensar cuando no actúa con delicadeza:  ¿Estoy sobrellevando la carga de otra persona que ya ha hecho algo con anticipación?  Qué desagradable es que uno haga algo con entrega y deseo, y venga otro sin ningún tipo de miramientos a destruir o desarreglar lo que con esfuerzo ha hecho. 

Si realmente nos consideramos discípulos de Cristo y nos hacemos llamar cristianos, no podemos vivir a espaldas del esfuerzo y la necesidad de ayuda de los demás.  Ningún  cristiano debe excluirse de la tarea de ayudar.   Los principios de:  sobrellevar las cargas de otros, el de solidaridad, el de condescendencia, de identificación de la necesidad de otros, de ayuda, de cooperación, de consideración y de respeto, deberían ser principios propios de los cristianos, primordiales de los creyentes, porque la demanda del Señor es que nos amemos unos a otros, entonces ¿cómo puede uno 
decir que ama al otro si ni siquiera se identifica con él en lo que hace o en la ayuda que requiere?


1a Pedro 3:8-9 “Sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición”.  A ser compasivos, solidarios y considerados con los demás:  con los de tu casa primero, porque el ejemplo comienza por casa y entonces podrás hacerlo con los demás.  Dios te bendiga.

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