miércoles, 28 de noviembre de 2012

¿NOS ALEJA LA PRUEBA DE CRISTO?

Lectura:  2da. Corintios 7:1-16

"Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores". (2da. Corintios 7:5). 

     Madame Guyón fue una mujer de la alta sociedad parisina que decidió abandonar su vida lucrativa para dedicarse a escribir acerca de la fe y de los niveles que un creyente debe procurar. En medio de su búsqueda fue muy atacada y catalogada de mística. Se casó muy joven con un adinerado francés y su suegra se preocupó por hacerla sufrir lo más que pudo.  Perdió a dos de sus cinco hijos, a su padre, una hermana y a su madre con muy poco tiempo de diferencia.  Pero a pesar de todo el sufrimiento vivido, Jeanne Marie Bouvier de la Motte Guyón (nombre real) entendía que aquel que seguía la fe, no podía ver los padecimientos como fracaso sino como un escalón más hacia el nivel que Dios tiene para la victoria. Era una mujer bella que quedó marcada en el rostro por una terrible viruela que casi le quita la vida.  Quedó viuda a los 28 años y por si fuera poco, estuvo en prisión producto de su fe.  
   El apóstol Pablo nos da una clara visión sobre las tribulaciones. Dice que no hubo reposo para él en Macedonia porque por fuera encontraba conflictos y por dentro, temores. Muchas veces nuestra vida está rodeada de situaciones muy difíciles y andamos moviéndonos en una Macedonia, con conflictos de todo tipo a nivel personal y espiritual, pero esos procesos deben ser para el creyente una vía para producir meditación profunda, arrepentimiento y santificación. Si permitimos que esos padecimientos nos quiten el gozo de la presencia de Dios, entonces esa tristeza proviene del mundo y es causa de muerte (V.10).  
    Es difícil creer que un Dios de amor permita que pasemos por pruebas y tiempos duros. ¿Cómo puede un Dios que supuestamente me ama permitir que me sucedan tantas cosas? Hoy en día muchos predicadores se empeñan en enseñar que cuando venimos a Dios no sufriremos padecimientos ni escasez y que la enfermedad no debe ser parte de la vida de un creyente.  Se predica sobre abundancia a tal punto que olvidan lo que la Biblia nos enseña en 2da. de Corintios.   Pero el punto no es que Dios quiere hacernos sufrir, el punto es que los seres humanos olvidamos lo que somos cuando nos encontramos en tiempos de abundancia y de prosperidad.  El sufrimiento (Es lamentable, pero así está demostrado), nos permite acercarnos más al creador y reconocer que no se trata de nuestras fuerzas sino que hay uno mayor que nosotros a quien debemos dejar todo el control.  
    Es oportuno hacer una visión profunda a nuestro interior y ver si la prueba que padecemos nos acerca más a Dios o nos aleja.  ¿Descansamos sabiendo que verdaderamente él tiene el control y la justicia?  ¿Es tu cruz una vía para que tus capacidades se desarrollen y se hagan más fuertes?  ¿Podemos convertir nuestra cruz en un instrumento de victoria como lo hizo Jesús?  No es fácil, pero sí posible. ¿Cómo? Por medio de la consagración. Estando quietos en él, perfeccionando la santidad, buscándole en oración profundamente, renunciado a los placeres mundanos y viviendo la santificación apartándonos del pecado.  Desarrollar la paciencia por medio de las escrituras y la consolación de Cristo nos abrirá una nueva esperanza  (Romanos 15:4).  Si su exterior se desgata, si sus fuerzas se agotan, entonces comience a renovar el interior día a día.

"Mi vida está consagrada a Dios, para sufrir por él y para regocijarme en él". Jeanne Guyon.

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