Si hay algo que goza de toda sabiduría es el tiempo. El tiempo, que ha sido una provisión de Dios para el manejo de las cosas, es capaz de hacer que muchos momentos turbulentos puedan volver a un nivel de serenidad. Es cierto que tenemos la capacidad de controlarlo en cierta medida, pero también es cierto que en base a lo que sembramos, cosechamos. Cuando hablamos de relaciones entre los seres humanos podemos decir que el tiempo es un factor determinante. Puedes estar pasando por una situación de dificultad en la que todo esfuerzo realizado ha sido en vano y aquel sabio llamado "tiempo" se encarga tarde o temprano de colocar los procesos en justa posición.
Puede que en alguna situación hayamos hecho lo que nos corresponde, que nuestra actitud haya sido la adecuada, nuestras bocas hayan diligenciado decir lo justo o lo conveniente sin obtener lo que esperábamos. Pero es en momentos como esos en donde debemos descansar en el tiempo, porque puede no estemos del todo preparados para recibir lo que buscamos, tal vez porque hemos de requerir una mayor madurez para comprender, y es el tiempo precisamente que nos la provee.
Eclesiastés 8:5
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