"Adoren al Señor con alegría y reverencia;
inclínense ante él con temblor,
no sea que se enoje y ustedes mueran en el camino,
pues su furor se enciende fácilmente".
Salmos 2:11-12
Al leer y meditar en el Salmos 2 me doy cuenta de que Dios no se queda de brazos cruzados al ver cómo los reyes de la tierra se manejan en relación a sus preceptos y cómo conspiran unidos contra Él. Estamos en un tiempo en el que los gobernantes buscan la forma de complacer a todos los que se sienten relegados, discriminados o siemplemente quieren dar riendas sueltas a una supuesta "libertad" de la que todo el mundo tiene derecho, excepto aquellos que se sujetan a los preceptos del Señor.
Es interesante lo que advierte el Salmo 2. Es un Salmo idóneo para este tiempo en el que la aprobación de ciertas leyes buscan destruir todos los fundamentos de lo que tiene que ver con Dios y con su ungido Jesucristo. Ellos se alborotan, gritan, acusan de que los quieren obligar a vivir una vida en contra de sus libertades y luego se hacen los héroes haciéndoles creer a los pueblos que solo buscan igualdad de derechos, pero no advierten que están cavando sus propias tumbas. Sin duda alguna han querido declarar la guerra a Dios encargándose de promover la idea de que la Palabra de Dios hace esclavizar y encadenar a las naciones.
Las instituciones y Estados que se rebelan contra Dios, gritan «¡Vamos a quitarnos sus cadenas! ¡Vamos a librarnos de sus ataduras!», olvidando que Dios está observando todo, que no se ha retirado, que está ahí y que se ríe de todos esos planes sin sentido que se quieren llevar a cabo. Dios se burla de ellos, pero también se enoja, y por cierto, se enoja muy fácilmente. Ese enojo de Dios trae consecuencias duras para las naciones. No sé como hay algunos que aun dicen que Dios no reprende en su enojo porque es solo amor. Y es cierto, Dios es amor, pero es justo, por lo que su justicia manifiesta también su ira contra los hijos de desobediencia (Colosenses 3:6). El Salmo 2 dice que cuando Dios ve ese modo de proceder "los intimida, los asusta y los reprende". La orden a su ungido es clara: "Con cetro de hierro destrozarás a los reyes; ¡los harás pedazos como a vasijas de barro!, porque tú eres mi hijo y te he dado los confines de la tierra». Así que es mejor no inventar contra el Ungido, es mejor no inventar contra el hijo de Dios. Mientras leía y meditaba en todo esto me reí varias veces en mi interior porque ciertamente las naciones piensan que tienen el salten agarrado por el mango con todas sus confabulaciones, pero Dios es poderoso y no se quedará de brazos cruzados ante tales maquinaciones.
Lo bueno es que en su accionar justo, Dios siempre da una advertencia previa:
"Sirvan al Señor con temor;
con temblor ríndanle alabanza.
12
Bésenle los pies, no sea que se enoje
y sean ustedes destruidos en el camino".
Es necesario actuar con prudencia. Dios pide a los gobernantes y a las naciones de la tierra que se dejen enseñar, que aprendan bien la lección no sea que mueran en el camino, que se inclinen a Él con temor y temblor (Dios Habla Hoy). Es una advertencia justa y real porque los gobernantes de la tierra no se quieren dejar enseñar por Dios, por su Palabra y por sus siervos. Por eso son dichosos y bienaventurados todos los que en Dios confian.
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