"Puso sus pies sobre peña y enderezó mis pasos, puso luego en mi boca, nueva canción, alabanza a nuestro Dios" Salmos 40:2-3.
Cuando la adversidad nos pega fuerte, la necesidad nos embate, este es un Salmo maravilloso que otorga esperanza al desesperanzado, fuerzas al que no tiene ninguna y paz en el corazón. La vida trae en ocasiones muchos inconvenientes de todo tipo: económicos, de salud, deudas, relaciones, etc., pero hay un Dios que nos promete que si confiamos en él podremos salir de la prueba en la que nos encontramos, solo hay que tener paciencia que es lo que la mayoría de los seres humanos no poseemos.
El Salmo 40 cita que nuestro Dios nos hace sacar del lodo cenagoso, del pozo de la desesperación para poner nuestros pies sobre la peña que es Cristo. Él es quien endereza nuestros pasos y cuando estamos abatidos cambia nuestro lamento por un cántico nuevo y ese cántico nuevo trae una esperanza nueva. Bienaventurado el hombre que pone su confianza en Jehová y no mira a los soberbios. Este Salmo me recuerda a la cita de Habacuc 3:17-19 que dice que aunque aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación, porque Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, yen mis alturas me hace andar.
¿Estás desesperado? ¿Te han rodeado males sin número? ¿Tus propia necedad te han alcanzado y no puedes levantar la vista? ¿Se ha multiplicado tu angustia más que los cabellos de tu cabeza? Clama al Señor y enaltécelo, aún en medio de la dificultad. Cualquiera que sea la razón de tu desesperación confía en el Señor, espera en él y estoy segura, más que segura que él se inclinará y escuchará tu clamor y mi clamor. Él lo ha prometido y yo lo creo, que este mal no durará para siempre, sino que las misericordias de Jehová no serán retenidas. Que su misericordia y su verdad nos guarden, amén.
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