lunes, 30 de noviembre de 2015

ESFORZÁNDONOS PARA NUESTRO PROPIO DELEITE

¿Será malo esforzarse?  ¿A caso no se complace Dios en una persona diligente y esforzada?  Ser una personas esforzada que trata de lograr las metas que se propone es algo digno de admirar.  En un mundo como en el que actualmente vivimos, donde la motivación es parte de lo que se vende, los líderes que promueven el éxito son los más seguidos y admirados.  Todo el mundo quiere ir a escuchar a alguien  que les indica cómo llegar a ser exitoso.

Ahora bien, hay una gran diferencia entre esforzarse con el propósito de generar el  bienestar común, a esforzarse para alcanzar la admiración de los demás como un símbolo de deleite propio, es decir, para vanagloria.

La Biblia nos presenta un ejemplo vivo de alguien que se veía a sí mismo como alguien digno de admirar y que se sentía completamente imprescindible.  La mala o buena noticia, según el caso, es que nadie lo es.  Saúl fue proclamado rey de Israel a petición del Pueblo.  Samuel era el juez que como representante del mismo Dios les gobernaba.  Mirando los reyes de los pueblos vecinos, Israel solicitó rey para que le gobernase.  Todo iba muy bien con Saúl, era un rey maravilloso que durante sus primeros dos años había logrado grandes victorias y su popularidad estaba al tope.  El problema comenzó cuando esa  popularidad empezó a permear  su corazón.  En 1ra Samuel 13 verso 12, Saúl dice: "...me dije: Los filisteos descenderán ahora contra mí a Gilgal, y yo no he rogado la faz del SEÑOR. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto".

Saúl, sin duda alguna se esforzó, pero ese esfuerzo fue rechazado por Dios.  Cuando pienso en el pensamiento mágico de las mujeres, ese que expresa que queremos que nuestros esposos nos adivinen todo, pienso en muchos líderes que actúan de igual manera, entienden que todo el mundo tiene que adivinarles lo que desean o esperan.  No son capaces de pedir favores o preguntar con humildad  lo que quieren sino que todo lo dan por sentado.    Si usted como líder siente que todo el mundo debe saber lo que usted piensa, que todo el  mundo debe imaginar cómo prefiere las cosas, que todo el mundo debe estar atento a sus necesidades y que debe ser obvio lo que usted espera de los demás, póngase de rodillas al Señor y pídale que le perdone y comience a desechar todo espíritu de vanagloria.  Tenga mucho cuidado, porque el espíritu de Saúl anda bien cerca. 


Analice muy bien la razón de su esfuerzo, medite en ello, ore al Señor para que le revele los verdaderos impulsos de su corazón y pídale que su Santo Espíritu le llene cada día para que la vanagloria y el deseo de ser reconocido no le embriague; que la palabra "Yo" no salga tan constantemente de su boca.  El fariseísmo es un mal que ha perpetrado en nuestras vidas, porque sin duda que es muy atractivo ser reconocido.  Cuando estoy en lugares públicos oro al Señor que me cuide de mi propio  fariseísmo, ese que busca que me sienten en los mejores lugares, que me tomen en cuenta para todas las actividades, que me saquen la fotografía con los más notables líderes cristianos, que busca los medios para ver si sacaron mi fotografía o no, y que busca ser visto por todos.  Vale la pena hacer esfuerzos, vale la pena luchar, pero vale más la pena obedecer a Dios y andar en humildad.


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