miércoles, 3 de junio de 2015

EL GOZO DEL SEÑOR



EL GOZO QUE EL SEÑOR HA PUESTO EN MI ES LA FUERZA DE MI VIDA

"Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Jn 15.11).

Confieso que muchas veces no he demostrado tener gozo; es más, en ocasiones ni siquiera lo he sentido.   Las situaciones que  nos presenta  la vida, por muy pequeñas que sean tienen la capacidad de  quitarnos el gozo:  un policía de tránsito que no deja el semáforo hacer su trabajo, un embotellamiento, el celular no se cargó durante la noche, el costo de un artículo en el supermercado, los juguetes tirados de nuestros hijos en la sala, un comentario, etc, son algunas de las cosas que nos pueden robar el gozo.  ¡Hasta el no encontrar los zapatos en la mañana puede ser un motivo para que nos incomodemos y pasemos el día completamente molestos!   Sin embargo, el gozo es una característica que todo cristiano debe tener.  El gozo es uno de los frutos del Espíritu, no es una opción, debe ser parte de la esencia de todo creyente en Cristo.

No debe ser un sentimiento pasajero que aparece solo cuando las cosas nos van bien, más bien, debe ser una condición permanente de aquel que ha conocido a Dios.   Es dicicil tener gozo cuando las cosas van en contra de lo que deseamos.  No estoy refiriéndome en este caso a esas situaciones que son dolorosas per se; el punto que quiero destacar aquí son esas pequeñeces que cada momento nos roban el gozo.  Es increíble si lo pensamos fríamente cómo nos incomodamos por tonterías.  Tómese unos segundos y piense en esas tonterías que lo hacen incomodar... ¡Tremendo, no?   El gozo que viene de Dios nos da la capacidad de no dejarnos  dominar por esos momentos desfavorables que ciertamente se van a presentar, el problema es que muchas veces no le damos paso.   ¿Has conocido a Dios? Entonces debes manifestar el gozo que solo su paz que sobrepasa todo entendimiento puede dar.  Al manifestar gozo, estás manifestando fortaleza en Dios, pues el gozo es un asunto de fe y de gratitud.

Te animo a no estar triste o incómodo.   Cuando nos incomodamos tanto  lo único que hacemos es perder fuerza, además de afectar a todo el que nos rodea:  a nuestros hijos, esposos(as), compañeros de trabajo, al vendutero de la calle, etc.  Si crees que no tienes esa relación profunda con el Señor y estallas a menudo por cualquier cosa, te invito a meditar en ello.  Procura conocer a Dios a través de su Palabra (La Biblia) y busca consejo en un creyente en Cristo, porque el Espíritu Santo de Dios es el que nos da la capacidad de dominar tantos sentimientos negativos.  No quiere decir que los creyentes son perfectos, pues ciertamente que para nada lo somos, de hecho, igual que cualquiera nos molestamos por pequeñeces, pero tenemos la promesa de que si acudimos a Dios y nos refugiamos en él, su presencia nos ayudará  a mantener la estabilidad, nos ayudará a reconocer cuando lo hemos hecho mal y nos capacitará para enfrentar las situaciones difíciles con madurez y calma.









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