“Mirad como el labrador espera el fruto precioso de la tierra siendo paciente en ello
hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía”.
Santiago 5:7
Mi esposo siempre dice esta frase: "La paciencia paga doble", y es cierto. En un mundo como el que se vive hoy día lo menos que las personas desean cultivar es la paciencia. Andamos corriendo de un lado a otro y nos desesperamos ya sea en un tapón (embotellamiento), en una fila del supermercado, en un parqueo.
El día de ayer estaba esperando por un parqueo (estacionamiento) en un supermercado. Mientras salía el vehículo que se encontraba estacionado, me arrimé a la derecha. Justo cuando me tocaba entrar, otro conductor que acababa de llegar me rebasó por el lado izquierdo y tomó el parqueo por el que yo había esperado, a pesar de que vio las direccionales de mi vehículo encendidas como señal de que iba a estacionarme allí. Confieso que la impotencia y el deseo de caerle detrás para llamarle la atención se apoderaron de mí. Sin embargo, un seguridad que observaba la acción me hizo una seña y amablemente quitó una de las barandas del área de parqueos reservados y me concedió uno de esos.
La paciencia nos ayuda a poder sobrellevar los contratiempos que se nos presentan en la vida. Somos impacientes con todo, inclusive con el mismo Dios. Cuando oramos, lo hacemos en una forma de exigencia como si Dios estuviera obligado a dar lo que solicitamos en el tiempo que lo requerimos. Sin embargo, el Salmista David declara en el Salmo 40:1 "Pacientemente esperé a Jehová, a mí se inclinó y oyó mi clamor". Es decir, que el Señor oyó su clamor producto de su paciencia para con lo que pedía. Él esperaba en la voluntad de Jehová sobre aquello. Por eso Benjamín Franklyn, dijo: "Quien tiene paciencia, obtendrá lo que desea".
Somos impacientes con nuestros hijos, con los amigos, los padres, etc. Los niños ya no saben esperar, todo lo quieren rápido a la misma velocidad que el tiempo los va guiando. Los adultos vamos de igual manera. La alta tasa de accidentes de tránsito así lo confirma, porque precisamente entendemos que lo nuestro debe ser primero que lo del otro, y nos olvidamos de dar paso en las intersecciones, nos cruzamos los semáforos en rojo, no podemos esperar a detenernos para contestar el celular mientras manejamos. Es la falta de paciencia lo que ha llevado al desarrollo de enfermedades relacionadas con el stress.
La paciencia es uno de los frutos del Espíritu y si no desarrollamos la paciencia en la tierra, no tendremos la suficiente para esperar el retorno de nuestro Señor Jesucristo. Santiago 5:8 dice: “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca”. Es una virtud que como dijo el poeta italiano Giacomo Leopardi, es la más heroica, precisamente porque carece de toda apariencia de heroísmo. La impaciencia es hermana de la necedad. Proverbios 19:11 dice: "La corona del buen juicio es la paciencia, su gloria es pasar por alto la ofensa". La paciencia desarrolla la perseverancia y trae esperanza; nos ayuda a enfrentar las situaciones de la vida con más calma y optimismo. No se trata de ser pasivos sino activos, pero un activismo lleno de paz, tranquilidad y confianza. Aquel que no es paciente, cuando obtenga lo que pide, no sabrá disfrutarlo con buen juicio porque debido a esa misma impaciencia fácilmente derrochará o pederá lo que recibió. Les animo a desarrollar esta gran virtud que nuestro Señor Jesucristo con su ejemplo nos dejó, para que como dice Santiago 1:4, tenga la paciencia su perfecto resultado, para que seamos perfectos y completos, sin que nada nos falte.
La paciencia es uno de los frutos del Espíritu y si no desarrollamos la paciencia en la tierra, no tendremos la suficiente para esperar el retorno de nuestro Señor Jesucristo. Santiago 5:8 dice: “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca”. Es una virtud que como dijo el poeta italiano Giacomo Leopardi, es la más heroica, precisamente porque carece de toda apariencia de heroísmo. La impaciencia es hermana de la necedad. Proverbios 19:11 dice: "La corona del buen juicio es la paciencia, su gloria es pasar por alto la ofensa". La paciencia desarrolla la perseverancia y trae esperanza; nos ayuda a enfrentar las situaciones de la vida con más calma y optimismo. No se trata de ser pasivos sino activos, pero un activismo lleno de paz, tranquilidad y confianza. Aquel que no es paciente, cuando obtenga lo que pide, no sabrá disfrutarlo con buen juicio porque debido a esa misma impaciencia fácilmente derrochará o pederá lo que recibió. Les animo a desarrollar esta gran virtud que nuestro Señor Jesucristo con su ejemplo nos dejó, para que como dice Santiago 1:4, tenga la paciencia su perfecto resultado, para que seamos perfectos y completos, sin que nada nos falte.
Bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario