"No hagan nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad,
y que cada uno considere a los demás como mejores que a sí mismo".
Filipenses 2:3
Generalmente las personas solemos notar y comentar los errores y defectos de los demás, sin embargo, reconocer las virtudes de otros refleja madurez, carácter y demuestra lo que hay dentro del corazón. Una persona que no acepta que alguien ha hecho algo "bien" solo por competencia, orgullo o egoísmo no se da cuenta que en vez de edificar está derribando y que en vez de quitar el mérito a la persona se lo quita a Dios, pues es Dios quien provee todo don perfecto y toda buena dádiva (Santiago 1;17).
Usar palabras de reconocimiento o elogio por la labor de otros demuestra nuestro nivel de respeto por las cosas y demuestra nuestro nivel de humildad y de agradecimiento. El apóstol Pablo en sus cartas deja ver el agradecimiento que sentía por las acciones que merecían algún reconocimiento: "Siempre doy gracias a mi Dios por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús" (1ra Corintios 1:4),
A todos nos encanta ser elogiados y reconocidos, entonces ¿por qué no reconocer lo que otros hacen bien? ¡Hay tantas acciones que merecen nuestro elogio! Al dejar de reconocer lo bueno que otros hacen nos convertimos en ladrones, pues robamos méritos, pero también hablamos falsedad y mentira (Efesios 4:25).
Libera palabras de admiración y reconocimiento sobre lo bueno que otros hacen. Al tomar esta actitud estarás provocando un cambio poderoso en tu vida. Apreciar lo que otros hacen o dicen genera un clima positivo y alimenta nuestro espíritu. Así que, "reconozcamos a los que con diligencia trabajan entre nosotros, y nos dirigen en el Señor y nos instruyen" (1ra Tesa. 5:12), pues como dijera Baltasar Gracián "Aprobarlo todo, suele ser ignorancia; pero reprobarlo todo es malicia".
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