lunes, 22 de febrero de 2016

LOS DOS CIMIENTOS

 (24)Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. (27)  Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. 
Mateo 7:24-29


El maestro nos hace una advertencia muy seria en el cap.7 del evangelio según San Mateo, a partir del verso 24:  "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace..."  Luego dice que la persona que hace eso lo compara como un hombre prudente que edifica su casa sobre la roca. En esta advertencia Jesús llama la atención sobre la manera en cómo conducimos y edificamos todo lo que concierne a nuestras vidas, sin dejar absolutamente nada fuera.

Cuando construimos una casa sobre bases que no tienen ninguna seguridad o arraigo, es seguro que el fin será la ruina.  Una casa que se construye sobre la arena, al llegar un terremoto, un ventarrón, un tornado o una manga de viento, si no queda por completo destruida, al menos sufrirá graves daños.  Aún las casas que se construyen en las áreas de playas  reciben un tratamiento especial para que no terminen derribadas.  Lo recomendable para este tipo de viviendas es que se le coloquen losas de hormigón en la base que apoyen las paredes o columnas, o se le hace zapata y se unen todas con una serie de vigas corridas.

Nuestra vida es esa casa, la nación también es la casa en la que vivimos.  Muchas veces nos enfocamos en que nuestra vida personal esté cubierta de la roca, pero nos olvidamos de que la nación también necesita ser establecida en la roca; no podemos ignorar lo que sucede en ella y el hecho de que cada vez más las naciones y sus gobiernos ponen sus cimientos en arena.  Esa es la razón por la que se tambalean y sufren tanto.

Recordemos que cuando El Maestro hablaba sobre estos asuntos, se dirigía a una multitud en un monte, y no se refería exclusivamente al grupo pequeño de sus discípulos, lo que debe hacernos pensar en que estos mandatos son para aplicar en todos los niveles. La multitud incluye, no solo a la iglesia, sino a toda la humanidad.  El inconveniente mayor que enfrentamos al poner en práctica estas enseñanzas tiene que ver con los sacrificios que hemos de hacer para ponerlos por obra.  Definitivamente hay que cargar una cruz  bien pesada, y es más fácil cargar una cruz limitada como la propia, que  cargar la cruz de una multitud como la nación. 


Sepa que los vientos contrarios soplan con ímpetu y quieren azotarnos.  Las nuevas corrientes de este siglo, la mundanalidad, el secularismo, la libre práctica de pecado, la corrupción del pensamiento sacro, todo eso asecha contra nuestra casa y son tornados que buscan destruir lo que Dios ha establecido.   Cristo nos hace un llamado muy serio. Oremos para que sea puesto en nuestros corazones el ánimo y la decisión de edificar sobre La Roca con  hechos.  Que tomemos todas las herramientas de albañilería necesarias para construir bien nuestras vidas y nuestra nación.

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