sábado, 6 de junio de 2015

SACADO DE LA INMUNDICIA

Sácame del lodo, y no sea yo sumergido; Sea yo libertado de los que me aborrecen, 
y de lo profundo de las aguas. Salmos 69:14


Hace unos días mi hija Camila solicitó a su padre traer un perrito.  Vivíamos en una casa bastante amplia y allí tuvimos a "Bianca", una rottweiler hermosa que poco antes de mudarnos había dado a luz unos 7 cachorros.  Así que el Padre complaciente trajo al nuevo apartamento (no muy amplio, por cierto) uno de los cachorros de Bianca para que las niñas lo disfrutaran por un par de días.  Esa noche fue completamente catastrófica.  En un área pequeña el perro había llenado todo el piso de sus necesidades y no había espacio por donde cruzar.  Pero el problema mayor era que el mismo cachorro se movía y se arrastraba por en medio de su pupu.  El cachorro no se daba cuenta  que había un pequeño hueco por donde él podía salir perfectamente, a pesar de sus intentos, no pudo hacerlo por sí solo, así me vi precisada a tomarlo desde arriba  para luego darle una buena ducha y quitarle toda esa suciedad.

En la vida de muchas personas puede suceder lo mismo que sucedió al cachorro.  De hecho, aquellos que hemos sido rescatados por el Señor sabemos que de alguna manera, también nos hemos enredado en la suciedad  y el pecado.  Hay personas que pueden encontrarse pérdidas, dando vueltas sin encontrar una salida a su situación.  Saben que el lugar está sucio, saben que se están hundiendo e intentan salir por sí mismos, pero no logran hacerlo. Al no mirar hacia el lado correcto, sucumben nuevamente en una vida de tragedia y  de pecado.

Dios ha colocado formas de escape, digamos que son herramientas que pueden ayudar a enfocar la salida correcta.  Bien  puede ser la predicación de una persona, un folleto o tratado o una invitación a la iglesia.   Pero más allá de todo eso, si no has logrado ver las vías de escape que Dios te ofrece, la buena noticia es que él mismo extiende sus manos desde arriba para tomarte y limpiarte, y gloria a Dios que su misericordia es tan grande que puede alcanzar a todo aquel que se encuentre hundido.

El cachorro de Bianca me hizo recordar una vez más la gracia redentora de nuestro Dios  y su infinita misericordia, de que él está dispuesto a lavar y restaurar a todo aquel que se encuentra hundido en el pecado, de limpiarlo con un jabón que no tiene precio:  su sangre derramada en la cruz del calvario.  Jesús no tiene temor para tomarte, no va a correr a buscar una bolsa para taparte ni dirá como yo dije con el cachorro, tal vez :¡Qué asco!  No. Jesús te tomará tal y como estés para sanarte y devolverte a un  lugar limpio, de paz emocional y espiritual, pero para eso debes  dejar que cuando su mano esté extendida te toque.   Una vez un leproso se le acercó a Jesús y le preguntó:  "Jesús, quieres limpiarme", y Jesús le contestó:  "Sí quiero.  Sé limpio" (S. Marcos 1:4042).  El leproso se acercó para ser tocado por el Señor.  Acércate a Dios y te aseguro que serás limpiado.  

miércoles, 3 de junio de 2015

EL GOZO DEL SEÑOR



EL GOZO QUE EL SEÑOR HA PUESTO EN MI ES LA FUERZA DE MI VIDA

"Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Jn 15.11).

Confieso que muchas veces no he demostrado tener gozo; es más, en ocasiones ni siquiera lo he sentido.   Las situaciones que  nos presenta  la vida, por muy pequeñas que sean tienen la capacidad de  quitarnos el gozo:  un policía de tránsito que no deja el semáforo hacer su trabajo, un embotellamiento, el celular no se cargó durante la noche, el costo de un artículo en el supermercado, los juguetes tirados de nuestros hijos en la sala, un comentario, etc, son algunas de las cosas que nos pueden robar el gozo.  ¡Hasta el no encontrar los zapatos en la mañana puede ser un motivo para que nos incomodemos y pasemos el día completamente molestos!   Sin embargo, el gozo es una característica que todo cristiano debe tener.  El gozo es uno de los frutos del Espíritu, no es una opción, debe ser parte de la esencia de todo creyente en Cristo.

No debe ser un sentimiento pasajero que aparece solo cuando las cosas nos van bien, más bien, debe ser una condición permanente de aquel que ha conocido a Dios.   Es dicicil tener gozo cuando las cosas van en contra de lo que deseamos.  No estoy refiriéndome en este caso a esas situaciones que son dolorosas per se; el punto que quiero destacar aquí son esas pequeñeces que cada momento nos roban el gozo.  Es increíble si lo pensamos fríamente cómo nos incomodamos por tonterías.  Tómese unos segundos y piense en esas tonterías que lo hacen incomodar... ¡Tremendo, no?   El gozo que viene de Dios nos da la capacidad de no dejarnos  dominar por esos momentos desfavorables que ciertamente se van a presentar, el problema es que muchas veces no le damos paso.   ¿Has conocido a Dios? Entonces debes manifestar el gozo que solo su paz que sobrepasa todo entendimiento puede dar.  Al manifestar gozo, estás manifestando fortaleza en Dios, pues el gozo es un asunto de fe y de gratitud.

Te animo a no estar triste o incómodo.   Cuando nos incomodamos tanto  lo único que hacemos es perder fuerza, además de afectar a todo el que nos rodea:  a nuestros hijos, esposos(as), compañeros de trabajo, al vendutero de la calle, etc.  Si crees que no tienes esa relación profunda con el Señor y estallas a menudo por cualquier cosa, te invito a meditar en ello.  Procura conocer a Dios a través de su Palabra (La Biblia) y busca consejo en un creyente en Cristo, porque el Espíritu Santo de Dios es el que nos da la capacidad de dominar tantos sentimientos negativos.  No quiere decir que los creyentes son perfectos, pues ciertamente que para nada lo somos, de hecho, igual que cualquiera nos molestamos por pequeñeces, pero tenemos la promesa de que si acudimos a Dios y nos refugiamos en él, su presencia nos ayudará  a mantener la estabilidad, nos ayudará a reconocer cuando lo hemos hecho mal y nos capacitará para enfrentar las situaciones difíciles con madurez y calma.









DESDE EL CORAZÓN