Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien,
esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.
Romanos8:28
"Todos necesitamos un mal día que nos haga valorar los días buenos"; así dice Alexander, el personaje que representa el joven actor Ed Oxenbould en la película de Walt Disnet: "Alexander, un día terrible, malo, muy malo". Y es que generalmente los seres humanos pasamos por muchas dificultades y momentos terribles. Podríamos pensar que no hay nada de suerte o preguntar con frecuencia: "¿Por qué a mí?".
Hay personas creyentes en Dios que me han preguntado: "¿Por qué mientras más me acerco a Dios las cosas van de mal en peor?". Eso puede pasar por muchas razones, y a pesar de que cada cosa que sucede tiene generalmente una causa, hay situaciones que ciertamente están fuera de nuestro control. Ahora bien, lo que sí deberíamos preguntarnos es: ¿Cómo puedo hacer que esto que me sucede –tan malo– pueda convertirse en algo de bien para mi vida? Es una pregunta que no es tan fácil de hacer, es una pregunta que no quisiéramos tener que hacerla; no obstante, no podemos negar que los momentos amargos y las situaciones incómodas llegan; los malos ratos, los problemas en la familia, los problemas económicos e inclusive las circunstancias accidentales del día a día, como cuando el vehículo no enciende o la impresora se daña o tienes una agenda y sucede un imprevisto que te la tumba. Esos pequeños incidentes fácilmente pueden provocar una explosión mayor.
Cuando el sábado en la noche fui a ver esta película al cine –recomendada por mi hija Daniela– al ver la situación de la "familia Cooper", comencé a visualizar mis propias situaciones. Pudimos juntas ver que muchas de esas cosas han pasado en nuestra familia y seguirán pasando. Nos reímos a carcajadas y recordamos muchos episodios propios que han pasado y que ahora podemos darnos cuenta que eran necesarios para crecer. Tal como sucedió a los "Cooper".
A veces podemos ser tan optimistas como el padre, con un espíritu tan elevado que no nos damos cuenta de que "está bien equivocarse en ocasiones". También podemos ser como la madre, pensando en establecer logros nos olvidamos de disfrutar los mejores tiempos de nuestros hijos y eso se va acompañando de un sentimiento de culpa que nos mortifica. Podemos a veces ser como el hijo mayor o como la cantora Peter Pan de la película, y muchas veces, tan ocurrentes y naturales como el bebé que se chupa todo un marcador.
La Biblia dice en Romanos 8:22-23 "Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora. 23 Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior...". Pero, es en medio de ese gemir, de esos dolores y de esas debilidades que se presentan en donde debemos entender lo que nos dice el verso 28: "Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito". Tal como la familia de la película, cuando todo comenzó a salir mal, los demás comenzaron a ver al hijo al cual no le prestaban atención, los esposos en vez de detractarse uno con el otro se unieron más para ayudar con la situación (el esposo estaba sin trabajo) y todos comenzaron a darse cuenta de que no eran infalibles, que las situaciones incómodas eran reales, pero que eso no podía convertirse en una causa para echarse al piso, sino para cobrar fuerzas y tomar lo mejor sin necesidad de un discurso archi motivacional, sino a través de las herramientas simples que están alrededor. Esas herramientas, además de las personas, Dios las coloca para que podamos abrir los ojos y saber que aún en medio de los peores momentos podemos aprender a valorar todo lo excelente y bueno que hemos recibido de su mano, como son: nuestra familia, nuestros amigos, nuestro trabajo, nuestra fe, nuestra propia virtud y personalidad.
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