jueves, 20 de septiembre de 2012

¿SOÑADOR O MATADOR DE SUEÑOS?

DEL 18 DE SEPTIEMBRE

Lectura:  Génesis 37

"Y lo odiaron aún más por lo sueños que él les contaba" (Gen.37:8b).

      Tengo una amiga que realiza un tipo de negocio.  Tiene bastantes sueños en la vida y  al hablar se nota como quisiera que las personas más cercanas compartieran con ella el sueño.  Se emociona y cuenta lo que piensa hacer en un par de años; sin embargo, observo las caras de sus familiares más cercanos como se pliegan y hacen muecas con la boca.  Sin duda, es decepcionante ver la actitud de aquellos que desean matar los sueños. 
       Hace muchos años, yo solía matar los sueños de personas, como mi esposo, por ejemplo. Eso me trajo muchas amarguras y problemas.  Lo bueno es que Dios pudo redargüir mi corazón a través de las dificultades y pruebas, para darme cuenta cuál era verdaderamente el lugar que me correspondía.  Muchos sueños pueden ser peligrosos, pero otros pueden ser una gran bendición.
      La vida de José es una de esas historias fascinantes.  Es atractiva porque en ella se pueden reflejar muchos episodios de la vida.  Es sin duda una gran historia de motivación y de perdón.  Dios estaba con José y la Biblia lo dice (Gen.39).  Por ser el primer hijo de Raquel, la mujer que más amó Jacob, padre de José, había cierto favoritismo hacia él, además de que  lo tuvo siendo viejo.  Los hermanos no simpatizaban por José y estaban celosos de él, lo odiaban (V.4), pero lo que más odiaban eran sus sueños.
       Dice en el verso 5 que cierto día José tuvo un sueño y que al contarlo a sus hermanos, estos lo odiaron más todavía.  Al parecer José era algo pretencioso ya que exigía que le prestaran atención a sus sueños (V.6).  Muchas veces tenemos los sueños y queremos que la gente los adopte a la brava y eso puede desencadenar incomodidad y rechazo, por lo que hay que tener cuidado en la manera que comunicamos nuestros sueños. Pero el punto es que José soñaba y esos sueños estaban muy relacionados a una victoria económica y de poder, aunque detrás de ellos también había un propósito de Dios escondido.  Entonces viene a la mente un plan para matarlo y matar junto con él sus sueños, pues dijeron:  "Ahí viene ese soñador, ahora sí que le llegó la hora" (v.19).  Luego dijeron:  "Vamos a ver en qué terminan sus sueños".   La queja de estos hermanos no era porque José era un preferido o ñoño de su casa, la queja era porque José era un soñador.
      ¿Cuántas veces no has tenido un sueño que deseas que los demás adopten, pero no te hacen caso?  Tu sueño puede ser material  o espiritual.  Es posible que tengas el sueño de que toda tu familia conozca de Jesucristo, pero algunos intentan sabotearte, hacen lo imposible para matar tu sueño porque se sienten incómodos y molestos con lo que estás contando (V.8).  Tu sueño puede ser de realización personal (Estudios, superación etc) pero hay gente a tu alrededor que intenta matarlos y pueden ser quizás sueños de echar para delante en la economía con un proyecto o negocio, pero hay gente alrededor que intenta matarlos.  
      Es interesante que a pesar de que hay algunos que definitivamente quieren matar los sueños y que no soportan a aquel que los tiene, hay otros que lo comprenden, aprecian a la persona y hasta cierto punto lo protegen; sin embargo, debido a la presión que hay alrededor, las críticas, la envidia etc, terminan haciendo lo que la mayoría hace.  Tal fue el caso de Rubén, uno de los hermanos de José.  El verso 21 dice:  "Cuando Rubén escuchó esto, intentó librarlo de las garras de sus hermanos".  Así que ideó otro plan para quedar bien con uno y con otros.  Su intención era rescatar a José, pero no se atrevió a defenderlo frontalmente.  Es una reflexión interesante porque quizás nos comportamos muchas veces como Rubén  y terminamos arrancándole la túnica especial a alguien y echándolo en una cisterna vacía, supuestamente para ayudarlo.  Nos preocupan sus pensamientos, nos preocupan que fracasen en los intentos de lograr los sueños, nos preocupa que otros los asesinen, sin embargo entramos en el juego del sabotaje y de la doble cara.  !Sorpresa!  cuando Rubén volvió a la cisterna, José ya no estaba allí.
     Entonces, ¿En cuál de los tres puntos estoy?  ¿En el de José que siendo un soñador maravillosos trató de convencer a los demás de que asumieran sus sueños?  Soñar es bueno y creo que todos debemos hacerlo, sometiendo nuestros sueños a la voluntad de Dios. Dios nos da la facultad de soñar y creo que también la oportunidad de hacerlos realidad, pues él sabe recompensar a cada cual según su capacidad, y al igual que José, utilizará todo lo que se mueva a tu alrededor para guiarte a cumplirlos, pero toma en cuenta que debes tener la fe puesta en Dios y no simplemente en los que están a tu alrededor pensando que solo con ellos podrás lograr tus sueños.            
        Tal vez estoy en el lugar de los hermanos de José, convirtiéndome en asesino de sueños.  Me mantengo matando los sueños de los demás, ya sean espirituales o materiales; Ceño fruncido y dedo señalador:  !Eso es un disparate!  !Quién te crees que eres?, !Te volviste loco!, !Ahora te metiste a religioso!  !Eso no va a funcionar!  !Deja eso que eso no sirve!  !Eso es imposible, sé realista! etc etc etc sin analizar aquello que te están contando.  Date la oportunidad de escuchar y dale la oportunidad a aquellos que te cuentan sus sueños.  De repente son una bendición no solo para el soñador sino para tu vida también.  
      En el otro lado, puede que me comporte como Rubén:  aprecio a la persona, lo escucho, le digo que sí, pero me confabulo sin darme cuenta con los demás y termino convirtiéndome en un asesino igual que ellos.  Si hay alguien a tu lado que tiene un sueño, anímale y ayudarle.  Si ves que hay algo de arrogancia, aconséjale en amor.  Si dices que estás preocupado o preocupada por sus ideas y hazañas porque crees que son inalcanzables o tontas, entonces ve al Señor y pídele que le dirija y que abra su ojos y entendimiento, en vez de meterlo en la cisterna vacía. 
       Que el Espíritu de Dios nos guíe a toda verdad para que podamos discernir y no seamos de desánimo y aflicción a aquellos que nos rodean sino de bendición y fortaleza.

BENDECIRE A JEHOVA

    Del 17 de Septiembre 
Lectura:  Salmos 103


"Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios" (Sal 103:2).

       Hoy es el día de mi cumpleaños y pensando en todas las cosas que la vida me ha traído, me acordé de una señora que conocí en días pasados.  
      Esperando el cambio de un semáforo en una de las principales vías de tránsito, una señora en silla de ruedas se me acercó para pedirme una ayuda en dinero. Lo que me impactó de ella no fue su condición de salud, la cual por cierto estaba algo incomoda de observar, pues tenía las piernas, además de amputadas, totalmente inflamadas.  Su cara presentaba un ojo defectuoso, pero a pesar de ello, la señora de acercó a mí con una gran sonrisa.  No denotaba pena ni molestia por su condición.  Me dijo estas palabras:  "Si no tienes no importa,  habrá otra ocasión para que me des algo.  Dios es bueno y a pesar de como estoy, vivo conforme la vida que me toca vivir".  Sus palabras me dejaron perpleja.  
       ¿Y qué de mí?  ¿Estoy conforme con todo lo que Dios me ha permitido vivir?  Por su gracia puedo contestar igual que la señora.  A pesar de los momentos difíciles en la vida, Dios ha sido más que bueno, pues de todas las pruebas vividas, he podido experimentar lo que dice Romanos 8:28  "Todas las cosas me han ayudado para bien". 
      Dice el Salmo 103 "Bendice alma mía a Jehová".  El es quien rescata nuestras vidas y nos llena de favores, quien sana nuestras dolencias y que a pesar de las circunstancias que puedan estar rodeándonos nos permite saborear su justicia; Por eso debemos con acción de gracias, alabarle y bendecir su nombre, porque Jehová es Dios bueno y para siempre es su misericordia, y aún ande en valles angustia, en valles de temor, en valles de sombra de muerte, en valles de dolor, con escasez en ocasiones, con temores, Dios está en y con nosotros para mostrar su gloria y su bondad, para que podamos saber que su poder se perfecciona en medio de nuestra debilidad y que nos basta su gracia.  Es su gracia redentora la que nos sostiene y la que nos da aliento y paz.                
        Al aceptar la voluntad de Dios (Léase bien:  la de Dios), podemos recibir su gracia. Como dice  2da. de Corintios 6: 10 "Como entristecidos, más siempre gozosos; como pobres, más enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, más poseyéndolo todo".   Tal como aquella señora, pobre, pero teniéndolo todo, porque el gozo del Señor es nuestra fortaleza.   "Más por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo' (2da. Corintios 15:10).   
        Oración:  Señor, en este día tan especial, en el que me regalas el inicio de un año más de vida, quiero darte gracias, por todo lo que has sido para mí y por todas tus bondades y beneficios.  Mi alma te bendiga siempre  y bendiga todo mi ser tu Santo nombre, que nunca olvide ninguno de tus beneficios.  Concédeme el permanecer siempre en tu presencia y que mi corazón nunca se aparte de tu amor y mi mente de tu conocimiento.  Que la salud alcance y rebose todos los días a cada una de mis hijas, por las cuales te doy gracias, así como para mi amado esposo, complemento que me has regalado; mi madre y mis hermanos y toda la familia de la fe.  Gracias Señor, que tu luz esté siempre guiándome y la llama de tu Espíritu encendida en mí.  En el nombre de Jesús, amén.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

PREPARANDONOS ANTE LA ANGUSTIA Y EL TEMOR


Lecturas del día:  Génesis 31 y 32

 "Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos". (Gén.32:7).

A pesar de haber tenido un encuentro con Dios en Betel, Jacob era un hombre de temor.  Tres veces se menciona que tuvo miedo.  El primero ya lo vimos y era un temor sano, reverente a la presencia de Dios.  Pero la Biblia menciona otras dos manifestaciones de temor de Jacob.
La segunda manifestación se produce con Labán, su tío, pues quería volverse a la tierra de su padre y formar tienda aparte, pero temía a las artimañas de Labán y de sus engaños (Gén. 31:31).  La tercera ocasión fue antes de salir al encuentro de Esaú, su hermano (Gen.32).
A través de aquel sueño en Peniel, Dios le había hecho una promesa (28:13-15).  Al parecer a Jacob se le había olvidado; ya era un hombre de cierta edad, habían pasado muchos años luego de que salió de la casa de Isaac, su padre.  Tuvo sus 11 hijos y había prosperado, claro que tuvo que arreglárselas porque Labán era muy astuto y pretendía siempre engañarle.  Así que Jacob decide formar tienda aparte con su familia y huye de aquel lugar.  (31:17-31). 
Pero en en el camino, una vez más le salen encuentro ángeles de Dios, por eso llamó al lugar “Mahanaim” que significa “Campamento de Dios es este” (32:2).  Algo interesante es que donde quiera que Jacob se encontraba con Dios, erigía un altar o cambiaba el nombre de lugar.   Estaba consciente de que Dios era digno de recibir gloria y adoración.  Tenemos aquí un excelente hombre que reconocía a Dios y que percibía su presencia,  pero había un ingrediente que lo intranquilizaba que venía a visitarle por temporadas.  Ese ingrediente era el miedo.
Como quería volver a la casa de su padre con toda su familia y bienes,  mandó a sus siervos a inspeccionar cómo andaban los ánimos con su hermano.  Consciente de que había dañado en algún sentido a Esaú, seguramente pensaba que este guardaba, aún después de tantos años, un rencor profundo hacia él, por tanto era normal que tuviera miedo.  “¿Qué va a pasar, Esaú debe estar esperándome para matarme y acabar con mi familia”.  Y más aún, el reporte de sus mensajeros no era muy halagüeño: “Tu hermano viene al encuentro con 400 hombres” (32:6).  “¿Para qué tantos hombres?  Seguramente se ha enterado de que voy en camino y viene a vengarse. Es posible que no me haya perdonado”.   Pero algo extraordinario sucedió.  En medio de ese miedo, Jacob comienza a prepararse.   ¿Nos preparamos nosotros a pesar del miedo?  ¿Cómo podemos prepararnos ante circunstancias desfavorables de la vida que nos traen angustia y temor?
Así que Jacob se preparó e hizo lo siguiente:
No.1 Clamó al Señor,  al mismo Dios que se había encontrado  en Peniel y en Mahanaim y que había hecho pacto con él (32:9-11).  Pidió a Dios que lo librara. No dijo: “Esaú está equivocado, eso sucedió porque tenía que pasar, yo simplemente aproveché la coyuntura y me ayudé.  Además fue mi madre que me dijo que lo hiciera”.  No se justificó ni tampoco se dispuso a pelear con su hermano.  Por eso dividió el campamento en dos diciendo, si hiere a uno, el otro podrá escapar (32:7-8).  Jacob también reconoció su debilidad; dijo: “Tengo miedo” e hizo una confesión de eso delante de Dios. ¿Reconocemos y presentamos en oración a Dios cuál es nuestra debilidad?
No.2  Se acordó de la promesa.  Jacob tenía miedo y en el tiempo del clamor recordó aquello que Dios le había prometido (32:12)  “Y tú has dicho…”.  Si Dios nos ha dado su palabra, nútrete de ella, clama a él y en el tiempo del clamor esa palabra vendrá a ser de descanso a tu alma.  Jacob sabía del poder de Dios y por eso tuvo temor en Peniel y recordó entonces que tenía un aliado que podía ayudarle a salir de esa situación.  ¿Recordamos nosotros quién es nuestro aliado? ¿Con quién estoy contando yo en el tiempo de la prueba?  Dice el Salmo: 50:15 “Invócame en el día de la angustia; te libraré y tú me honrarás”, Pero además dice que Jacob durmió aquella noche.  Parece que tenía días sin dormir, preocupado por el desenlace de ese encuentro.  Pero luego del clamor y de  acordarse de la palabra del Señor, pudo descansar.
No.3  Restituyó y pagó un precio.  Este temor de Jacob estaba muy relacionado a la falta de perdón.  Así que buscó la manera de restituir el daño a su hermano Esaú con presentes. Jacob estaba arrepentido, estaba triste porque tuvo que separarse de su casa en enemistad con su hermano por muchos años”.  Toda acción trae una consecuencia, aun esta acción Dios la use luego para su gloria y sus propósitos.  Jacob fue y preparó no uno, sino varios presentes para Esaú  (V.19-20).  Buscaba por sobre todas las cosas ser perdonado.  Este es un dato interesante.   Ambos tenían el mismo derecho. Ambos eran hijos de Isaac, no tenía él por qué hacerlo, pero pienso que Dios puso esto en su corazón lo siguiente:  “le hiciste mal, así que restitúyelo”.  Cuando hacemos mal a alguien ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a buscar el perdón de manera insistente.  Hasta qué punto estamos dispuestos a resarcir o restituir ese daño?  Y Jacob pensó: Voy a hacer todo esto, quizás le seré acepto.  Tal vez logre que me perdone, tal vez él vea mi deseo.  El deseo no mostrado solo con palabras sino con hechos.  No es solo decir:  Hay hermanito mira, perdóname, yo sé que te engañé…, No.  Fue un perdón solicitado con dotes, con hechos tangibles.   
¿Con cuáles hechos muestro yo mi arrepentimiento? A mis padres, a mis hermanos, a mi esposa o esposo, a mis hijos, al vecino…..  Si antes llegaba tarde a casa, digo que estoy arrepentido(a), pero llego más tarde;   si antes no estudiaba ahora estudio menos; si lo murmuré no he hecho nada para limpiar su honor; si le fui infiel, no he dado frutos delante de él o ella, no le he reivindicado…  ¿Cómo muestro yo al señor que me ha perdonado tanto que realmente estoy arrepentido(a)? ¿Estoy dispuesta a servirle con devoción y a dejarme usar por él?
Jacob entonces descansó de aquella angustia y dijo a Esaú:  "Lo importante aquí, es que me he ganado tu confianza".

DESDE EL CORAZÓN