viernes, 29 de junio de 2012

SIN LA PALABRA NO HAY CRECIMIENTO

«Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación» (1 Pedro 2:3).     

 ¿Alguna vez has sentido deseos de comer algo dulce de una manera ansiosa?  Hace unos días iba manejando hacia una de las compañías de seguros con las que trabajo y de repente mi mente dijo:  "Uhmm, tengo deseos de algo dulce", así que me dirigí a una de las ricas pastelerías de Santo Domingo y cumplí allí mi deseo. En ese momento, el Señor trajo a mi memoria el versículo bíblico de 1ra. Pedro 2:3 «Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación».  
      Cuantas veces nos movemos en busca de aquellas cosas que son triviales en la vida, sin embargo, nos olvidamos de buscar la leche espiritual que nos alimenta.  La palabra de Dios produce en nosotros el crecimiento;  Pero esta leche, además, no debe ser adulterada.
       La palabra "Adulterada" se aplica a algo que ha sido alterado o ha perdido su pureza, generalmente porque se le ha hecho añadiduras de sustancias extrañas.  También significa falsificar algo o cambiarle el sentido.  Es por esta razón que el apóstol Pedro nos indica que nos alimentemos espiritualmente como niños recién nacidos pero que tengamos cuidado con las alteraciones en el alimento. 
      Los recién nacidos necesitan leche para sobrevivir.  Sin la leche el niño se debilita pudiendo ocasionarle la muerte, luego a medida que va creciendo se le va dando alimentos sólidos según la edad; ahora bien, combinar esa leche con otras sustancias es seguro que ocasionará también un problema de salud en el niño.  Es necesario y urge que nos alimentemos del sano evangelio que se encuentra en las sagradas escrituras.  Muchas veces, debido a las presiones de la actualidad, vamos permeando el evangelio con ideas, conductas, mandamientos y doctrinas insanas y el mundo tiene un sinnúmero de artimañas para engañarnos dentro de la misma iglesia, sobre todo con la famosa frase:  "Pero, eso no es nada".  Creo que lo mejor es empezar a pensar en las cosas que producen  vida plena. Empecemos a escudriñar las escrituras, pues en ella ciertamente hallamos vida eterna. Sin lectura y estudio de la palabra no hay crecimiento espiritual. Hay que dejar de desear lo que no aprovecha al espíritu.  "El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha" (Juan 6:63) Desarrollemos apetito por la palabra de Dios y mientras podamos tomemos leche, buena y pura.  Como el bebé que grita y llora por su leche, así debemos procurar saciarnos de la palabra de verdad para poder crecer a la estatura del varón perfecto, que es Cristo Jesús.

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