martes, 31 de octubre de 2017

¿PARA QUÉ SOY PROTESTANTE?


Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad.
 2da Timoteo 2:15
...Aprended a hacer el bien, buscad la justicia, reprended al opresor, defended al huérfano, abogad por la viuda.
Isaías 1:17
Hoy 31 de octubre conmemoramos la Reforma Protestante y celebramos en República Dominicana El Día Nacional de los Evangélicos.  Cabe la ocasión para que todos los que profesamos la fe evangélica demos una mirada a las razones que motivaron la Reforma.  Esas razones deben llevarnos a preguntarnos ¿por qué y para qué soy evangélico?  ¿Cuál debe ser mi papel como un individuo que profesa ser seguidor de la línea doctrinal que se implementó tras la Reforma y como seguidor de Cristo?  ¿Estoy llamado a levantar una voz  profética y revolucionaria en pos de que la iglesia y el Estado caminen en base a lo que establece La Palabra de Dios y no a su propia conveniencia?  ¿Debo quedarme callado ante las injusticias de hoy, ante los abusos de poder vengan de donde vengan? ¿Debo ser ente de transformación solo en lo espiritual y obviar la parte social que afecta a los más desposeídos?  ¿Cómo debo proclamar el Santo evangelio de Cristo?

Aunque las motivaciones para que Wyclif, Hus, Lutero, Calvino, Zwinglio, Knox, entre otros pusieran en marcha sus ideas reformadoras fueron de carácter doctrinal, no podemos dejar de lado el efecto político, social y económico que se desprendió debido al abuso de poder contra los pueblos por parte de los líderes de la época, el incremento de la riqueza de algunos, la desigualdad social, la corrupción a altos niveles,  las mentiras y manipulaciones.  La reforma produjo un impacto sin precedentes en la historia de la humanidad.  Dios usó a estos hijos suyos reformadores, en especial a Martín Lutero, para abrir paso a un nuevo camino.  No era la intención de Lutero fundar una nueva religión, sino reformar la iglesia de entonces.  La incidencia que tuvo la visión de este gran hombre de Dios y de todos los que lucharon a favor de la transformación fue tanta que dio paso a la democracia, a la libertad de culto, se produjo un giro histórico que cambió el mundo.  Gracias a la reforma se fomentó la escolarización y muchos fueron alfabetizados a través de la lectura de la Biblia.

Pienso que en la actualidad la iglesia está llamada a ser reformadora tanto de sí misma como de la sociedad en la que vive,  pues nos hacemos de la vista gorda amparados en una "espiritualidad" para no ver los abusos que se cometen en los pueblos desde las arcas de poder y volteamos la cara frente a la apostasía que se infiltra paso a paso a través de las manipulaciones de muchos líderes religiosos (especialmente los nuestros).

 ¿Yo como cristiano, podré aportar algo para cambiar mi entorno?  Muchos cristianos piensan que uno solo nada puede hacer, pero Lutero fue uno que inició contagiando luego a muchos con la misión. Además de volcar a los fieles al fundamento de La Palabra de Dios, a través de sus 95 tesis promovió la fe inteligente y racional.

En todo proceso de transformación y de cambio siempre se encuentran enemigos, Lutero los tuvo porque decir la verdad siempre tiene un costo, pero eso no le impidió seguir adelante.  Pienso que el Espíritu Santo  guió a Lutero y a todos los reformadores en cada paso.   Así que no tema mi hermano y hermana, miremos hacia ese histórico movimiento que transformó todos los órdenes, algo que nadie puede negar, y hagamos nuestra parte.

Hága su parte predicando el evangelio sin temor, hablando la verdad en amor, proclame las cinco (5) solas y repita sin cesar que la salvación es solo por gracia y no por obras, enseñe, redarguya, ministre; PERO también denuncie la corrupción, clame por justicia para todos y sea una voz para los más desposeídos,  no se quede callado, que de todo Dios nos pedirá cuenta.  Feliz Día de los Evangélicos.


lunes, 23 de octubre de 2017

HUMILLAR EL ESPÍRITU

Mejor es humillar el espíritu con los humildes

que repartir despojos con los soberbios.
Proverbios 16:19


Estar entre los hombres y mujeres de poder terrenal es algo a lo que la mayoría de los seres humanos atrae.  Si queremos ver este tipo de actitudes solo tenemos que mirarnos cuando se nos dice que alguien en alguna posición de autoridad o de gobierno, o algún famoso visitará nuestra casa o estará en determinado lugar.  El movimiento y la carrera que se arma para tenerlo todo en condiciones excelentes es extremo.  De inmediato buscaremos la forma de tomarnos una fotografía con esa persona para hacer gala del encuentro tal vez en las redes sociales.  Es algo a lo que casi nadie escapa.  

Probablemente no suceda así al  encontramos con alguien que en términos terrenales no represente ningún status, poder o fama.  Humillar el espíritu en tiempos como los que vivimos parecería casi imposible en un mundo que vive solo de las apariencias.  El término "divos" y "divas" ha sido acuñado como algo que se debe buscar, seguir y venerar. No se es nada si no demostramos fuerza, si no nos empoderamos y si no nos mostramos como personas prosperadas.

El libro de proverbios, sin embargo, nos presenta en su capítulo 16 una fórmula totalmente distinta:  "codearse con los más humildes".  En días como los que vivimos es algo que NO VENDE para nada, puesto que compartir con los soberbios se ha convertido en un atractivo mayor.  La versión Hispanoamericana lo muestra en un lenguaje bastante adecuado para nuestros tiempos "Más vale rebajarse que compartir botín de soberbios".  

Al orgullo le acompaña la altanería y tarde o temprano vienen a convidar junto a él la destrucción y el fracaso. Mientras los seres humanos miramos muy de cerca a los altivos, Dios los mira de lejos y por el contrario al humilde le atiende (Salmo 138:5).  El orgullo del hombre lo humillará, pero delante de Dios el del espíritu humilde obtendrá honores (Proverbios 29:23).  Lo que Dios quiere es que tratemos a todas las personas con un mismo sentir.  No por ser uno más reconocido que otro en la sociedad debe ser tratado con mayor distinción. Tratamos un hermano de renombre con mayor distinción que a otro que no suena mucho, a los pastores de ministerios grandes mejor que a pastores de ministerios no tan grandes, a vecinos de mejor status económico mejor que al vecino que es menos pudiente. Amamos los mejores lugares, ser distinguidos, tomados en cuenta y es parte de la naturaleza del ser humano, pero lo que Dios espera es que seamos todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde (1 Pedro 3:8).  Recordemos que aunque Dios está sentado en las alturas se humilla para mirar lo que hay en el cielo y en la tierra.

DESDE EL CORAZÓN