jueves, 7 de enero de 2016

EL CAMBIO COMIENZA POR TI

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos... Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen á vuestro Padre que está en los cielos.
Mateo 5:13,16


Mostrar nuestras obras ante todos los seres humanos debería ser una meta, no con fines de manifestar un orgullo propio, sino para que esas buenas obras redunden en beneficio de nuestro entorno.  Por ende, el beneficio de nuestro entorno se convertirá en nuestro propio beneficio.
En la actualidad estamos viviendo en una sociedad en la que la inversión de valores prima en todos los ámbitos y en todos los niveles. Hablamos de corrupción y de inmoralidad constantemente, y cuando lo hacemos, solemos llevarlo al ámbito político, judicial o gubernamental.  En lo que la mayoría de las personas no reflexionamos es cómo esa falta de valores penetra nuestra propia vida.  De alguna manera, todos somos responsables de esa metamorfosis social.

Hace unos días, a propósito de las fiesta navideñas, por la calle de mi casa pasó un aguinaldo navideño a eso de las 4:00 de la madrugada.  El nivel de depravación y de algarabía insana que pude notar me hizo sentir una pena honda y profunda por la forma en cómo la sociedad se está conduciendo.  Encima de los carros los jóvenes iban fumando hooka, unas jóvenes iban bailando delante de los carros completamente borrachas y vociferando felicitaciones acompañadas de palabras obscenas, la música era estruendosamente alta a unos decibeles insostenibles, un camión de una marca nacional de cerveza les acompañaba con la música a todo volumen y eran aproximadamente unos 35 vehículos y casi 60 chicos a pies que aparentemente venían de otra actividad. La forma de algunas parejas expresarse cariños con conductas explícitamente sexuales, y la honra y adoración hacia la marca en donde algunos jóvenes se la echaban encima como símbolo de gozo.  

La sociedad ha cambiado en todas sus formas.  La falta de oportunidades, la falta de educación, y la falta de responsabilidad de los padres induce a la sociedad a la insensibilidad y a la desconfianza, y con esa desconfianza se produce una búsqueda del bienestar propio a toda costa, sin importar el daño que se le puede hacer a los demás.  En la pasada Batalla de la Fe, el pastor Ezequiel Molina Rosario lo expresó claramente:  el colmadero que te vende 13 onzas en vez de 16, religiosos y pastores que se aprovechan de la buena fe de muchos feligreses, los políticos que pretenden llegar al poder para hacerse ricos en poco tiempo, empresarios que abusan de sus empleados, la estudiante que provoca al maestro para que le pase una materia y el maestro que accede a eso con malas intenciones.  Hay una falta de integridad en los medios que por un lado hablan de valores y por otro promueven comerciales que incitan al sexo, a la violencia y al alcoholismo.

El Señor Jesús nos hace un llamado contundente de que debemos procurar que alumbre nuestra luz delante de los hombres.  ¿Cómo podemos alumbrar nuestra luz en un mundo tan oscuro en donde los principios morales están desfasados y en donde la crisis de valores nos arropa? Mostrando lo mejor de nosotros, luchando, siendo luz primero en nuestro propio entorno y extendiendo esa luz hacia nuestros hijos, amando a pesar de la desconfianza, proyectando fe y esperanza.  La Palabra de Dios produce cambios y esos cambios debemos reflejarlos a todos los niveles no solo dentro de la iglesia.  Cuando en las noches el cielo está completamente negro, una pequeña estrella puede hacerse notar en el firmamento haciendo la diferencia.  Ya no vemos el negro inmenso, sino la intensa luz que adorna el espacio.  Cuando la niebla cubre el cielo, al salir una pequeña nube es esa la que logramos divisar mostrando que se avecina claridad.  Tú eres esa estrella, tú eres esa nube, el cambio inicia por ti, no te desanimes.

     




lunes, 4 de enero de 2016

SER FELIZ

Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. (Proverbios 3:6)

Una hermana querida comentó en una fotografía de grupo:  "Somos felicesssss" e inmediatamente pensé en la felicidad.  ¿Qué es ser feliz?  Lo que decía la hermana:   compartir con los seres amados, con los que están a la distancia, estrechar o abrazar a un ser amado.   Somos felices cuando somos libres para amar, libres para brindar un servicio a aquellos que nos necesitan.

Y a mí ¿qué me hace feliz? Soy feliz si puedo aconsejar a alguien y ese consejo surge un efectivo positivo.  Soy feliz si amanece un día más y puedo disfrutar una tasa de café sentada en el 4to piso de mi hogar mirando el cielo azul, escuchando la melodía de una alabanza de gratitud.  Soy feliz, cuando puedo abrazar a mi madre y proveer parte de sus necesidades, cuando puedo ver el rostro de alegría de mis hijas cuando logran algo que se han propuesto o han anhelado, cuando puedo ver una serie de los 80 junto a ellas porque ellas la encuentran tan interesante como yo en mis años mozos.   Soy feliz cuando veo mis hermanos de la fe gozarse en la presencia de Dios y adorarle con libertad, sabiendo que he sembrado algo allí que ha dado su fruto.   Agradecer a Dios me hace feliz.  La amistad me hace feliz. Soy feliz cuando puedo visitar a mi abuelita con algo en las manos para ella y verla con su mente lúcida a sus 102 años.  Soy feliz cuando  pienso en mi niñez y mi padre con su guitarra en mano nos convidaba a cantar todos juntos encima de su cama. Soy feliz cuando comparto con mis amigas amadas que son como mis hermanas y con mis hermanas amadas que son como mis amigas.  Soy feliz cuando mi esposo se queda una mañana en casa y hace cuentos con las niñas, cuando solo nos sentamos a mirar el cielo o cuando tomamos juntos una tasa de café para mirar de cara al futuro o caminar por las calles sin tener nada más que resolver; su solo abrazo me hace feliz.  Soy feliz cuando puedo dar a mi familia de comer porque Dios ha provisto algo, aunque no sea el mejor manjar que los hombres consideren.  Me siento feliz cuando puedo pagar algo que debía, porque la gratitud me salta el corazón y me deja ver que todo tiene solución.  Soy feliz cuando puedo ver que la Palabra de Dios se expande trayendo transformación a una vida que andaba perdida y sin rumbo.  Soy feliz si al menos uno más de mi nación escala un peldaño  para vivir dignamente.

Soy feliz cuando encuentro la fe, cuando se abre una nueva esperanza, cuando veo mis hijas disfrutar juntas como hermanas sin discusiones, aunque sé que las discusiones son parte de su crecimiento. Soy feliz cuando puedo con libertad decir lo que pienso sin que nadie me condicione o me manipule. Soy feliz cuando puedo demostrar el amor al prójimo sin que nadie se ofenda porque crea que estoy interesada en algo,  cuando puedo abrazar con libertad sin importar quién sea,  porque solo Dios conoce el corazón de aquellos que damos sin esperar retorno.  Soy feliz cuando puedo tratar a alguien amablemente, cuando teniendo algo tengo la capacidad de poder compartirlo.  Soy feliz cuando puedo escuchar una vieja canción que me trae gratos recuerdos, cuando puedo ser quien soy aunque muchos quieran que yo sea quienes ellos esperan.

Poder ser quien verdaderamente soy me hace feliz, pertenecer a esta patria de Dios y de Duarte me hace feliz, moverme con libertad me hace feliz,  un abrazo noble me hace muy feliz, una canción me trae felicidad y el amor sin reprensiones por aquellos que son parte de mi vida me hace muy feliz.  La voz de Dios cuando a través de su Palabra me revela algo me hace feliz, adorarle me da paz y me hace feliz; y su presencia, que es más dulce que la miel, me hace ser muy, pero muy feliz.  Y tú, ¿has pensado en lo que te hace feliz?

Feliz 2016

DESDE EL CORAZÓN