Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos... Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen á vuestro Padre que está en los cielos.
Mateo 5:13,16
Mostrar nuestras obras ante todos los seres humanos debería ser una meta, no con fines de manifestar un orgullo propio, sino para que esas buenas obras redunden en beneficio de nuestro entorno. Por ende, el beneficio de nuestro entorno se convertirá en nuestro propio beneficio.
En la actualidad estamos viviendo en una sociedad en la que la inversión de valores prima en todos los ámbitos y en todos los niveles. Hablamos de corrupción y de inmoralidad constantemente, y cuando lo hacemos, solemos llevarlo al ámbito político, judicial o gubernamental. En lo que la mayoría de las personas no reflexionamos es cómo esa falta de valores penetra nuestra propia vida. De alguna manera, todos somos responsables de esa metamorfosis social.
Hace unos días, a propósito de las fiesta navideñas, por la calle de mi casa pasó un aguinaldo navideño a eso de las 4:00 de la madrugada. El nivel de depravación y de algarabía insana que pude notar me hizo sentir una pena honda y profunda por la forma en cómo la sociedad se está conduciendo. Encima de los carros los jóvenes iban fumando hooka, unas jóvenes iban bailando delante de los carros completamente borrachas y vociferando felicitaciones acompañadas de palabras obscenas, la música era estruendosamente alta a unos decibeles insostenibles, un camión de una marca nacional de cerveza les acompañaba con la música a todo volumen y eran aproximadamente unos 35 vehículos y casi 60 chicos a pies que aparentemente venían de otra actividad. La forma de algunas parejas expresarse cariños con conductas explícitamente sexuales, y la honra y adoración hacia la marca en donde algunos jóvenes se la echaban encima como símbolo de gozo.
La sociedad ha cambiado en todas sus formas. La falta de oportunidades, la falta de educación, y la falta de responsabilidad de los padres induce a la sociedad a la insensibilidad y a la desconfianza, y con esa desconfianza se produce una búsqueda del bienestar propio a toda costa, sin importar el daño que se le puede hacer a los demás. En la pasada Batalla de la Fe, el pastor Ezequiel Molina Rosario lo expresó claramente: el colmadero que te vende 13 onzas en vez de 16, religiosos y pastores que se aprovechan de la buena fe de muchos feligreses, los políticos que pretenden llegar al poder para hacerse ricos en poco tiempo, empresarios que abusan de sus empleados, la estudiante que provoca al maestro para que le pase una materia y el maestro que accede a eso con malas intenciones. Hay una falta de integridad en los medios que por un lado hablan de valores y por otro promueven comerciales que incitan al sexo, a la violencia y al alcoholismo.
El Señor Jesús nos hace un llamado contundente de que debemos procurar que alumbre nuestra luz delante de los hombres. ¿Cómo podemos alumbrar nuestra luz en un mundo tan oscuro en donde los principios morales están desfasados y en donde la crisis de valores nos arropa? Mostrando lo mejor de nosotros, luchando, siendo luz primero en nuestro propio entorno y extendiendo esa luz hacia nuestros hijos, amando a pesar de la desconfianza, proyectando fe y esperanza. La Palabra de Dios produce cambios y esos cambios debemos reflejarlos a todos los niveles no solo dentro de la iglesia. Cuando en las noches el cielo está completamente negro, una pequeña estrella puede hacerse notar en el firmamento haciendo la diferencia. Ya no vemos el negro inmenso, sino la intensa luz que adorna el espacio. Cuando la niebla cubre el cielo, al salir una pequeña nube es esa la que logramos divisar mostrando que se avecina claridad. Tú eres esa estrella, tú eres esa nube, el cambio inicia por ti, no te desanimes.