jueves, 11 de diciembre de 2014

CON LA PERSPECTIVA DE DIOS


Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
Efesios 4:15-16 


La perspectiva es la manera en cómo podemos visualizar las cosas desde un ángulo especifico.  Nos permite recrear una  posición en relación a un objeto o a un suceso en particular.  Los artistas utilizan la técnica de La Perspectiva para  lograr una panorámica detallada de lo que transmiten a través de su arte, incluso admiten los llamados "errores de perspectiva", sin embargo, esos errores hacen que la obra sea más genuina, aportando realidad y profundidad.  

En lo que respecta a la vida cristiana hay una forma de ver cada cosa y esa manera, juicio o perspectiva  debe estar cimentada en una sola persona:  "Cristo-Jesús".  Toda la vida cristiana se resume y se establece sobre ese nombre.  La iglesia es el cuerpo y Cristo es la cabeza.  La vida del creyente debe estar basada en estas palabras:  "Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe" (Hebreos 12:2).  Tu vida en fe inicia con la mirada puesta en Jesús, tu vida de fe debe continuar con la mirada puesta en Jesús,  en obediencia, claro está, a los líderes que se han dispuesto, pero sin perder la perspectiva en la obra de Dios.

Naces como creyente, vives como creyente y mueres como creyente EN JESUS.  Gracias a Dios por la vida de aquellos hombres y mujeres que sirven al llamado entregando sus talentos, tiempo y amor, sin embargo, no son ellos los dueños de la obra, sino Cristo.  
Muchas veces el vínculo que se crea entre el cuerpo de Cristo y los líderes es tan fuerte que es difícil aceptar que un día esos líderes puede que ya no estén.   También se da el caso de que miremos tanto lo que el ser humano hace o deja de hacer que perdemos el enfoque y la razón por la que estamos unidos en esta causa de fe.   Colosenses 1:17-18 lo declara:  "Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.  Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia; y Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía".  
Es normal el apego que sentimos hacia ciertos seres humanos debido al amor que nos une, a esa unidad que crece por el compartir a través de los años.  Es difícil aceptar un cambio en la congregación porque estamos acostumbrados a tal o cual persona, sin embargo, debemos entender que si somos parte de una familia, nos debemos a ella sin importar la posición que nos toque desempeñar en un determinado momento.  En la familia terrenal, el hijo se casa, el padre de familia muere, el más pequeño se va a estudiar al extranjero,  pero eso no le quita la condición de ser parte de esa familia.  Así es la familia de la fe, una familia movida por alguien más grande y poderoso, la razón que la sustenta.    

Por eso te animo a que vivas la vida cristiana desde la perspectiva de Cristo y de su Palabra.  Eres salvo por Jesús, tienes paz por Jesús, tu culpa del pecado fue quitada por Jesús, tus oraciones cada día son puestas delante de Jesús, de la muerte eterna a la que estabas condenado fue Jesús quien te libró en la cruz del calvario, él te trajo al lugar donde estás ahora congregándote por su gracia. Allí él te llamó.  En el Salmo 63, el salmista derrama un corazón hambriento como la tierra seca y árida ante Dios, de madrugada.  Es un corazón con la perspectiva puesta en las cosas de Dios, un corazón enfocado en Dios, con la atención a Dios y la mirada en Dios.   Así debe ser nuestra vida cristiana, en apego a Cristo, porque él es el dueño de la obra, él es el Padre. 

Jesús es el Buen Pastor por excelencia, por tanto, permanezcamos en la unidad perfecta de su amor, como ovejas obedientes que prestan atención a su voz y le siguen.  Luchemos cada día por su obra, amémonos unos a otros y apoyemos la obra sin condiciones.    Que los cambios no detengan tu fe, todo lo contrario, que sean un pié de lanza para avanzar más y cimentar tu corazón en la obra de Dios, sabiendo que tu trabajo no es en vano.  Nuestra actitud frente a los cambios es lo que va a dar muestra de nuestra madurez. Tanto los pastores como los líderes son usados por Dios durante un tiempo, y si ese tiempo concluye, esto no debe ser una causa para que tu ánimo desfallezca o piensas en mudarte de familia.  Tu familia es tu familia, lucha con ella.  Aférrate a Dios, a su casa, a su obra, a su causa, crece en la vida como creyente y aprovecha en amor a cada ser humano que él pone a tu alrededor en la congregación.  Obedece y aliméntate de su Palabra.  Ama a tu pastor y a tus líderes, obedécelos y respétalos en todo, sin apegarte.  No olvides que el dueño de la obra es Dios.  Si queremos avanzar como creyentes, necesariamente debemos poner la mirada únicamente en el consumador de la fe. 


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