miércoles, 15 de octubre de 2014

TENIENDO UN MUY BUEN DIA

Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;
He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,

Para contar todas tus obras.

Samos 73:28



Hace unos días escribí un artículo titulado:  "Teniendo un mal día" para presentar la realidad de los momentos de incomodidad y cómo si nos disponemos, estos pueden influir para bien en nuestras vidas, si encaminamos la experiencia por la vía adecuada.  

Un estimado hermano de la iglesia me preguntó:  ¿Cuándo vas a escribir acerca de "Tener un buen día"?  y esto me dejó pensando algunas cosas.  ¿Qué es tener un buen día?  ¿Cómo puedo lograrlo?  ¿Necesito de un super mensaje motivacional cada mañana para tener un buen día?  En estos tiempos se habla mucho de hábitos para lograr un buen día, de los alimentos que hay que consumir para lograr un buen día, de las actitudes y posiciones que hay que adoptar para tener un buen día.  Mi esposo es un coach de motivación y escritor, por lo que conozco bastante sobre esas herramientas que aportan positivamente; sin embargo, a pesar de todas ellas, hay momentos de la vida bastante incómodos que no he logrado evitar.    La mayoría de los expertos dice que el 80% del bienestar de un día dependerá de cómo lo iniciamos y muchos expertos en Gestión Humana nos dan tips como:  saltar alto, sonreír al levantarnos, hacer ejercicios o respirar profundamente por unos minutos, planificar a la perfección el día o repetir la frase:  "Hoy será un buen día", etc etc, etc.  

Tener un buen día no es algo que depende de la suerte, y esto es algo que debemos tener bien claro.  Tampoco depende de lo bien que me vista o de que salga a la calle con los labios de punta a punta, aunque puede influir en algo.  No sé por qué la mayoría piensa que tener un "buen día" tiene que ver con recibir todo lo que ha concebido en su mente.  Tener un buen día puede depender de tu actitud, es cierto,  pero es algo que va más allá y se encuentra en el interior.  Para mí tener un buen día es que, a pesar de lo dificultades que se presenten o de las terribles situaciones que lleguen (y créame que hay cosas inevitables que van a llegar)  yo pueda encontrar una respuesta de crecimiento en ello y pueda mantenerme en paz y no en cualquier paz, sino en la paz de Dios.   Puede sonar muy espiritual lo que digo, pero es la realidad.  Muchas veces queremos encontrar las soluciones mágicas a nuestras situaciones; buscamos y nos esforzamos en encontrar cosas puntuales y en ese esfuerzo podemos perder de vista lo verdaderamente importante.

Por ejemplo:  Me levanté un día con una agenda bien planificada de lo que iba a hacer, hora por hora y minuto a minuto.  Me dispuse a sonreír a todo el que me rodeara, hice la lectura bíblica que me llegó vía el celular más  una fantástica oración de 5 minutos, desayuné con una nutritiva avena y frutas, corrí alrededor de la cuadra antes de salir a trabajar, puse mi mente positiva y me leí  una porción del libro:  "Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva" (Excelente, por cierto).  Practiqué mis diez tips de cómo tener un día perfecto y me dispuse de todo corazón a hacerlo.  Le dije a Dios:  "Dios, este será un buen día porque lo he decretado".  Pero resulta que luego de despedir mis hijas al colegio y de todo lo anterior, recibí una llamada telefónica que me informaba que mi madre se había caído del segundo piso de su casa y que estaban con ella camino al hospital.  Como era una noticia tan terrible, cuando tomé el guía de mi vehículo no me percaté de que tenía una goma vacía y la misma se me pinchó en el camino.    Al mismo tiempo mi hija mayor me llamaba del colegio para decirme que iba a ser despachada porque tenía un fuerte dolor de barriga y la cita de negocios más esperada tuve que cancelarla.  Mi día perfecto se había ido, a pesar de todo el ritual que había realizado.   La situación literalmente se complicó.   ¿Cómo pudo haber sucedido?

Al entrar a la sala a ver mi madre, recordé algo especial que Dios nos recuerda en todo momento a través de su Palabra, algo que el salmista David hizo suyo:  "A quién tengo yo en los cielos sino a ti?  Y fuera de ti nada deseo en la tierra.  Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre... Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien" (Salmos 73: 25-28).    Mi bienestar, mi mejor día, mi día perfecto está escondido en Dios, está escondido en entender que pase lo que pase, venga lo que venga,  debo buscar que la paz de Dios se apodere de mi vida, porque su paz sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7).  

Que las cosas me salgan al revés o que me salga perfectas, que me sienta triste o que me sienta alegre, que me sienta enferma o en salud, que sienta que he tenido el peor día o el mejor de mi vida, que me sienta sola o que encuentre una buena compañía; con todo, no importa, si puedo decir:  "estoy bien con mi Dios porque el acercarme a Él es el bien",  si tengo su paz, y en esa paz voy a descansar, podré ver las cosas de manera real y objetiva lo que me ayudará a crecer como ser humano.  Si a pesar de todo, en algo he crecido, si he sido de consuelo u  otros  me han  consolado, si he podido ayudar o recibir ayuda,  si alguien me dijo:  "estoy contigo en oración",  si he podido aprender algo de cualquier situación, entonces puedo decir:  "He tenido un buen día".   Deseo de todo corazón que sin importar lo que suceda, tengas un "Perfecto día" que te planifiques bien y decidas dar lo mejor de ti, pero sobre todo, que entres en el reposo de Dios para que abrace tu corazón y seas lleno de su paz.

lunes, 13 de octubre de 2014

NECESITANDO UN MAL DIA

Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, 
esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.

Romanos8:28

"Todos necesitamos un mal día que nos haga valorar los días buenos"; así dice Alexander, el personaje que representa el joven actor Ed Oxenbould en la película de Walt Disnet:  "Alexander, un día terrible, malo, muy malo".  Y es que generalmente los seres humanos pasamos por muchas dificultades y momentos terribles.  Podríamos pensar que no hay nada de suerte o preguntar con frecuencia:  "¿Por qué a mí?".

Hay personas creyentes en Dios que  me han preguntado:  "¿Por qué mientras más me acerco a Dios las cosas van de mal en peor?".  Eso puede pasar por muchas razones, y a pesar de que cada cosa que sucede tiene generalmente una causa, hay situaciones que ciertamente están fuera de nuestro control.  Ahora bien, lo que sí deberíamos preguntarnos es:  ¿Cómo puedo hacer que esto que me sucede –tan malo– pueda convertirse en algo de bien para mi vida?  Es una pregunta que no es tan fácil de hacer, es una pregunta que no quisiéramos tener que hacerla; no obstante, no podemos negar que los  momentos amargos y las situaciones incómodas llegan;  los malos ratos, los problemas en la familia, los problemas económicos e inclusive las circunstancias accidentales del día a día, como cuando el vehículo no enciende o la impresora se daña o tienes una agenda y sucede un imprevisto que te la tumba.  Esos pequeños incidentes fácilmente pueden provocar una explosión mayor.

Cuando el sábado en la noche fui a ver esta película al cine –recomendada por mi hija Daniela– al ver la situación de la "familia Cooper", comencé a visualizar mis propias situaciones.  Pudimos juntas ver que muchas de esas cosas han pasado en nuestra familia y seguirán pasando.  Nos reímos a carcajadas  y recordamos muchos episodios propios que han pasado y que ahora podemos darnos cuenta que eran necesarios para crecer.  Tal como sucedió a los "Cooper".

A veces podemos ser tan optimistas como el padre, con un espíritu tan elevado que no nos damos cuenta de que "está bien equivocarse en ocasiones".  También podemos ser como la madre, pensando en establecer logros nos olvidamos de disfrutar los mejores tiempos de nuestros hijos y eso se va acompañando de un sentimiento de culpa que nos mortifica.  Podemos a veces ser como el hijo mayor o como la cantora Peter Pan de la película, y muchas veces, tan ocurrentes y naturales como el bebé que se chupa todo un marcador.    

La Biblia dice en Romanos 8:22-23 "Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora. 23 Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior...".   Pero, es en medio de ese gemir, de esos dolores y de esas debilidades que se presentan en donde debemos entender lo que nos dice el verso 28:  "Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito".  Tal como la familia de la película, cuando todo comenzó a salir mal, los demás comenzaron a ver al hijo al cual no le prestaban atención, los esposos en vez de detractarse uno con el otro  se unieron más para ayudar con la situación (el esposo estaba sin trabajo)  y todos comenzaron a darse cuenta de que no eran infalibles, que las situaciones incómodas eran reales, pero que eso no podía convertirse en una causa para echarse al piso, sino para cobrar fuerzas y tomar lo mejor sin necesidad de un discurso archi motivacional, sino a través de las herramientas simples que están alrededor.  Esas herramientas, además de las personas, Dios  las coloca para que podamos abrir los ojos y saber que aún en medio de los peores momentos podemos aprender a valorar todo lo excelente y bueno que hemos recibido de su mano, como son:  nuestra familia, nuestros amigos, nuestro trabajo, nuestra fe, nuestra propia virtud y personalidad.  

DESDE EL CORAZÓN