martes, 8 de julio de 2014

DIEZMAR ES UN HÁBITO DE FE



“Y le dio Abraham los diezmos de todo”.
Génesis 14:20
¿Has escuchado hablar de Abraham, el padre de las multitudes?  Probablemente que sí.  Independientemente de las creencias o la religión,  muchas personas han escuchado algo sobre este personaje de la Biblia.  Abraham fue un hombre próspero de la tierra de Ur de los Caldeos.  Lo más llamativo de la vida de este hombre fue el pacto que Dios estableció con él, no solo dándole un hijo en su vejez, sino por la actitud que tuvo al recibir la bendición departe del sacerdote Melquisedec. La postura que tomó este hombre de negocios fue retornar en gratitud el diezmo de todo lo que había conquistado.
Diezmar es devolver la décima parte de lo que recibimos a Dios y el primer beneficio que él nos otorga es la vida.  Ahora bien, si Dios está en el cielo ¿Cómo le entrego eso?  ¿Por qué he de hacerlo?  ¿Qué uso se le dará? ¿Por qué debo confiar parte de lo que recibo a un pastor o sacerdote? Estas son las preguntas que confunden a la mayoría de las personas que no han experimentado la gran bendición que representa el hábito de diezmar.  La Biblia establece a quiénes debe ser remitido el diezmo, para qué y por qué (Números 18 y Malaquías 3).
Muchas personas piensan que si diezman u ofrendan están perdiendo dinero, sin embargo, están más que dispuestas a gastar en cosas irrelevantes.  Pagar el diezmo equivale a lo mismo que pagar el impuesto, esto porque el ser humano es entendido para saber que los impuestos son necesarios si recibimos beneficios como ciudadanos.  De la misma forma, hemos de entender que cada día recibimos beneficios del Dios altísimo y que debemos ser instrumentos para que su obra continúe avanzando.   
Algunos se excusan diciendo:  no sé nada sobre eso ni lo que hacen con el dinero; Dios no necesita nada de nosotros; el diezmo es una ley del viejo testamento y fue abolido; soy demasiado pobre, si doy el diezmo no me va a alcanzar; no me interesa; prefiero dar a las instituciones caritativas, etc.  Sin embargo, si usted acepta las ofertas de Dios, entonces debe estar dispuesto a obedecerle.
Con respecto al diezmo hay mucho por entender. Los hábitos se constituyen en desafíos, y diezmar resulta ser un gran desafío, por lo que es un acto de fe.  Abraham lo comprendió muy bien y por eso resultó ser uno de los hombres más bendecidos y prósperos de la historia del mundo. 

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