lunes, 14 de julio de 2014

RECOJA, PERO NO SEA AVARO


Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana. Mas ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moisés.
Éxodo 16:19-20

Guardar no tiene nada de malo siempre que se guarde lo necesario, lo justo y lo conveniente.  Jesús nos cuenta la historia de un hombre que logró todo lo que pudo lograr y que al ver todas sus riquezas decidió romper todos sus graneros para hacerlos más grandes y seguir acumulando mucho más (Lucas 12).
Guardar excesivamente puede ser un signo de avaricia.  Hay personas que encaminándose hacia el éxito pierden el enfoque de la vida integral y se les hace muy difícil desprenderse de lo que obtienen. Hay seres humanos que no comparten absolutamente nada de lo que poseen porque entienden que aquel que quiere algo debe trabajar de igual manera que ellos para obtenerlo. El ser avaro puede llevar a cometer muchos errores. La avaricia puede manifestar el monstruo interior de una persona, porque se propone lograr lo que quiere a cualquier precio, algo bastante temible.
El pueblo de Israel se vio probado por Dios en el desierto cuando se le proveyó del maná. No estaban acumulando dinero, pero sí acumulaban la comida, provocando a Dios a ira.  Esto no les sirvió de nada porque la comida se podría y le caía gusanos.  Hay personas que han acumulado tanto, sin embargo, sus riquezas, la han atacado los gusanos a través de una enfermedad, un hijo preso o una estafa que los lleva a la quiebra. Una cosa es ahorrar para el futuro y otra distinta es acumular tanto que no se pueda contar. 
Habiendo tanta necesidad en el mundo, guarde lo necesario para compartirlo y no solo para tenerlo guardado. Guarde lo que necesite para reposar y para dedicar a la obra de Dios.  Moisés dijo al pueblo:  “Jehová ha dicho que guarden de lo que les sobrare para el día de reposo, porque es el día consagrado a Jehová” (Ex. 16:16-24). Guarde lo que deba guardar para su descendencia, no por el mero hecho de dejarles riquezas, sino para mostrarles el beneficio que trae consigo el arduo trabajo y para manifestarles las misericordias de Dios para con usted. Moisés le pidió a Aarón que tomara una vasija y pusiera un gomer de maná para mostrar a la  descendencia cómo estuvo Dios con ellos en medio del desierto (Ex. 16:33-34).
Guardar es de sabios si se hace con entendimiento y prudencia. Sea rico y gane todo lo que pueda, pero no quiera ganarlo de la noche a la mañana.  Trabaje duro para conseguirlo, y guarde con la conciencia de hacer como Dios manda, para que lo que guarde no hieda ni se agusane.  Recuerde que la vida del hombre no consiste en los bienes que posee (Lucas 12:15).    

martes, 8 de julio de 2014

DIEZMAR ES UN HÁBITO DE FE



“Y le dio Abraham los diezmos de todo”.
Génesis 14:20
¿Has escuchado hablar de Abraham, el padre de las multitudes?  Probablemente que sí.  Independientemente de las creencias o la religión,  muchas personas han escuchado algo sobre este personaje de la Biblia.  Abraham fue un hombre próspero de la tierra de Ur de los Caldeos.  Lo más llamativo de la vida de este hombre fue el pacto que Dios estableció con él, no solo dándole un hijo en su vejez, sino por la actitud que tuvo al recibir la bendición departe del sacerdote Melquisedec. La postura que tomó este hombre de negocios fue retornar en gratitud el diezmo de todo lo que había conquistado.
Diezmar es devolver la décima parte de lo que recibimos a Dios y el primer beneficio que él nos otorga es la vida.  Ahora bien, si Dios está en el cielo ¿Cómo le entrego eso?  ¿Por qué he de hacerlo?  ¿Qué uso se le dará? ¿Por qué debo confiar parte de lo que recibo a un pastor o sacerdote? Estas son las preguntas que confunden a la mayoría de las personas que no han experimentado la gran bendición que representa el hábito de diezmar.  La Biblia establece a quiénes debe ser remitido el diezmo, para qué y por qué (Números 18 y Malaquías 3).
Muchas personas piensan que si diezman u ofrendan están perdiendo dinero, sin embargo, están más que dispuestas a gastar en cosas irrelevantes.  Pagar el diezmo equivale a lo mismo que pagar el impuesto, esto porque el ser humano es entendido para saber que los impuestos son necesarios si recibimos beneficios como ciudadanos.  De la misma forma, hemos de entender que cada día recibimos beneficios del Dios altísimo y que debemos ser instrumentos para que su obra continúe avanzando.   
Algunos se excusan diciendo:  no sé nada sobre eso ni lo que hacen con el dinero; Dios no necesita nada de nosotros; el diezmo es una ley del viejo testamento y fue abolido; soy demasiado pobre, si doy el diezmo no me va a alcanzar; no me interesa; prefiero dar a las instituciones caritativas, etc.  Sin embargo, si usted acepta las ofertas de Dios, entonces debe estar dispuesto a obedecerle.
Con respecto al diezmo hay mucho por entender. Los hábitos se constituyen en desafíos, y diezmar resulta ser un gran desafío, por lo que es un acto de fe.  Abraham lo comprendió muy bien y por eso resultó ser uno de los hombres más bendecidos y prósperos de la historia del mundo. 

DESDE EL CORAZÓN